martes, 11 de septiembre de 2012

- Vous tombez amoureuse de tous les hommes que vous trahissez?
- En tout cas, je vous ai jamais trahis.


Anthony Zimmer (2005).
Estamos en crisis, todo es austeridad, recortes, pobreza, insolidaridad, low cost flight, low cost bar, saldos, rebajas, facilidades, pagos aplazados, cómodos plazos, precios mínimos garantizados, ofertas del día y un largo repiqueteo de "la vida en otro tiempo fue mejor". Abrimos una revista de moda o vemos esta película escrita y dirigida por Jérôme Salle y se acabó, estamos de vuelta en el 'todo es posible' de la materialidad. La película arranca con unos zapatos de tacón, abertura delantera (Sherlock Holmes podía hacer una ficha consuetudinaria solo con unos zapatos), un bolso de una calidad de piel y acabados que se consigue a partir de los mil euros, una mujer que avanza como un estandarte de elegancia por un restaurante revestido también de los mismos atributos. En los últimos años los cineastas españoles descubrieron una veta en el cine de terror, los franceses en el cine negro. Ambos cuentan con medios limitados respecto a las producciones estadounidenses así que la famosa elipsis de Lubitsch es, más que un rasgo de estilo, una imposición presupuestaria. Pero eso puede hacer que saquemos partido gracias a la fotografía hasta del verjurado del papel del cigarrillo que fuma Chiara mientras espera a su amado Anthony Zimmer, que no se presenta pero sí el mensajero que trae el hilo con el que comienza el juego. Zimmer es un ex-traficante de drogas perseguido por sus delitos fiscales por el policía francés Akerman de mirada bicolor (Sami Frey) y por Nassaïev (Daniel Olbryschki) un ex-KGB que se hace pasar por funcionario pero trabaja para "Les voleurs dans la loi", clientes de Zimmer que han decidido callar a éste para siempre. Las órdenes para esta enamorada convertida en mujer fatal (Sophie Marceau) son: tomar el TGV en dirección Niza, elegir un hombre al azar, seducirlo, invitarlo a su suite y fingir pareja en silueta para los perseguidores. Elige a un mediocre traductor llamado François Taillandier (Yvan Attal) que ha decidido darse un homenaje en el equivalente a primera clase del Ave en dirección a una casa rural donde olvidar que su mujer lo abandonó hace seis meses....Movimientos felinos, el truco de la cremallera atascada, la voz de jazz y lo ha convertido ya en su camarero. Algún rechazo menor y una concesión directa a la yugular: "Vous êtes exactement mon genre d´homme." El hombre Decathlon no tenía posibilidad de rehusar, desembarca en el Carlton con Chiara Manzoni a disfrutar de las bondades de la costa azul. Vistas de helicóptero, picados, cenitales, travellings frontales, laterales y algún macro si es preciso comunicar algo táctil. Dos sicarios rusos intentan matar al incauto Taillandier que no puede ponerse más que los vaqueros y debe dejar atrás gafas y pastillas contra la ansiedad para recibir una buena dosis de adrenalina. En ese punto uno ya está dentro del film, cree tener claro quienes son los buenos y los malos como acostumbra el cine negro. Taillandier recuerda el saber popular que aconseja desconfiar de las apariencias pero estas son poderosas. En eso confía la película para esconder al espectador la segunda vuelta que establece la verdad insoslayable de la existencia del amor por encima del conocimiento. El hombre de paja seducido decide subvertir las reglas del juego, tomar las riendas, ser el héroe de las novelas policíacas que acostumbraba a leer. En esos equilibrios y cambios de poder se desarrolla un film que deja migas para ser recogidas tras la revelación, que puede parecer superficial pero necesita la mirada ingenua complementada por la consciente. Dobles identidades y dobles lealtades que se resuelven de camino a una casa entre bosques digna de Richard Neutra. Calidad material y personal. Clase. Una invitación al viaje.

jueves, 6 de septiembre de 2012

"Cuando abandonas un lugar, debes hablar
del sitio al que vas y no del que dejas atrás".


Un toque de canela (2003).
Esta película se estructura como un menú de 1959 a nuestros días en la historia compartida o dividida entre turcos y griegos presentada en primeros, segundos platos y postres. Cuando las relaciones entre personas y países se deterioran siempre es por ambas partes, el desagrado termina siempre por encontrar equilibrio en la correspondencia o en la indiferencia. No obstante, el argumento principal tiene una escala burguesa como lo tenían los padecimientos del Dr. Zhivago. ¿Qué ocurre cuando la historia política del país en que vives modifica de forma irreparable el curso de tu existencia? Esta película es nostálgica pero esconde varios momentos que se prestan fácilmente a la hilaridad.
Fanis (Markos Osse) adoraba a su abuelo Vasilis  (Tassos Bandis), griego nacionalizado turco como su hija Soultana (Renia Louizidou). Vasilis regentaba una tienda de ultramarinos a la que todos los vecinos confiaban la fortuna de su cocina. Fanis pasa su infancia aprendiendo gastronomía y astronomía en el altillo de esa tienda y viendo a Saime (Basak Köklükaya), su primer amor, bailar para él. Pero a comienzos de los sesenta su padre Sawas (Ieroklis Mikaelidis), griego de nacionalidad, es deportado y Fanis debe marchar con sus padres a una Atenas que desconoce, una Atenas que no tiene ni uno solo de los aromas y riqueza de la cocina turca y donde todos sus aprendizajes le hacen sospechoso de conducta desviada. Su abuelo promete reunirse con su nieto pero nunca llega hasta que - Fanis ya adulto (Georges Corraface) convertido en exitoso astrónomo y profesor - acaba en el hospital después de haber perdido el avión en un último intento,  sincero esta vez, de reunirse con él. Es el momento para Fanis de volver a Estambul y hacer recuento de lo que queda de su infancia, porque como decía su tío, el marino Aimilios (Stelios Mainas) "En la vida hay dos clases de viajeros: los que miran el mapa se van, los que miran el espejo vuelven a casa".

martes, 4 de septiembre de 2012

"Maybe you can fool these guys with the saint act that you got done, but do not ever speak to me again like we don´t know what really happened."


Working girl. (1988).

He aquí una película que se pretendía epocal y que se ha convertido en clásico. Ni siquiera los maquillajes delirantes, las hombreras superlativas, los cardados y planchados de pelo abusivos la envejecen. Mike Nichols quiso dedicarle un film a esa mujer trabajadora de extracción humilde que acudía todas las mañanas en el ferry de Staten Island a la Gran Manzana. A la que por origen, entorno o formación no iba a contar con más oportunidad que las que ella misma se crease con sus sueños y esfuerzo. Y pese a que es penoso ver en la pantalla lo que tanto se observa en la realidad, la competitividad malsana y el machismo femenino, la pobre sororidad entre las mujeres en el entorno laboral hay que ser honestos y reconocer que hizo un retrato fiable de los retos a los que una mujer así se plantea. Cómo su legítima ambición de realización personal, la de Tess McGill (Melanie Griffith, nunca más maravillosa) le obliga a rediseñar su mundo, repensar su noviazgo con Mick Dugan (Alec Baldwin) y tomarse ciertas libertades para romper ciertos techos de cristal. La mujer que se cruza en su camino, Katherine Parker (Sigourney Weaver), nunca más tan femenina), le proporciona sin querer, al hacerle la zancadilla, las armas y el poder para perseguir sus metas. E incluso el puente hacia Jack Trainer (Harrison Ford), el tipo de hombre capaz de tratarla de igual a igual. La película se enriquece con los abusones masculinos (Oliver Platt, Kevin Spacey) y con la amiga fiel (la hilarante Joan Cusack). El mensaje es claro, trabajen mujeres por aquello que creen, no se olviden de ser tan maravillosas como son y de disfrutar de su cuerpo ni descarten de su vida aquellos hombres que puedan ayudarlas y quererlas bien. Y traten bien a sus compañeras de trabajo, no tomen de la experiencia masculina nada más que lo mejor. Todo eso servido por la canción de Carly Simon y la efigie de La estatua de la Libertad hizo de esta película un título inspirador para todas.

domingo, 2 de septiembre de 2012

"Mais, qu´est-ce que tu crois? que tu est toi seule à prendre des
casquettes avec les mecs, hein?Tu as eu mal, j´ai eu mal.
Ça preuve qu´ont est encore vivantes."


Laisse tes mains sur mes hanches. (2003).
Incluso las mujeres con vida social, realizadas en lo profesional e independientes como la actriz de teatro Odile Rousselet (Chantal Lauby) tienen derecho a experimentar el síndrome de nido vacío cuando su hija de dieciocho años Marie (Armelle Deutsch) decide dejar de vivir con ellas para convivir con su novio. Amigas de paso como Myriam Bardem (Rossy de Palma) o su patrulla urbana compuesta por la casada trompée Nathalie (Claude Perron, la inolvidable empleada de sex-shop de Amélie) o el alegre Miche (Thomas Derichebourg) estarán al quite para cuidarla en esa transición a la soltería a secas. Odile tiene una fantasía de sus diecisiete años, de enamorada de un feriante con la canción Tombe la neige de Adamo de fondo. Otra canción de ese cantante trasnochado da título al segundo film y último como directora de Chantal Louby, presentadora de televisión que desarrolló luego carrera de humorista y actriz. Myriam le lanza en una marquesina de autobús un sortilegio de hada para que se cumplan sus deseos tras una deprimente noche de discoteca. Aparecen al instante Idir, Rachid y Kader, tres feriantes admiradores de la actriz que las dejan en casa y las emplazan para visitar la feria. La mirada fija de Kader (el debutante Jean-Pierre Martins) y el estado de pérdida y confusión abierta a todo de Odile la empuja una y otra vez a la feria, un mundo suspendido fuera de las reglas rígidas de la urbe, de sus ensayos dirigidos por Bernard (Alain Chabat) o su réplica (Jean-Hugues Anglade) o de esos conserjes que se entrometen y juzgan constantemente su vida. Odile aprende a aceptar agradecida y humilde el presente sin más, el amor de hoy y la buena compañía.

sábado, 1 de septiembre de 2012

"Some of us can´t live the kind of live
that other people want us to live."


My life without me. (2003)
Si uno lee la sinopsis al uso o escucha recomendaciones puede tardar en llegar a esta película porque no es atractivo asistir al desencadenamiento de un final predecible (muerte) y más de una persona joven con niños cuyo crecimiento no podrá acompañar. Superada la reticencia uno descubre en ella varios mensajes. Uno, que hay gente con la generosidad y fortaleza suficientes como para no afrontar el final con dramas innecesarios, de ocultar a los demás su dolor para ponerlos a salvo del sufrimiento inútil y de aprovechar pragmáticamente hasta el último segundo para despedirse bien, cerrando sus asuntos pendientes. Y dos, que la vida se estructura sobre el deseo y es generosa con aquellos que siguen deseando. Ann (Sarah Polley, en su primer colaboración con Coixet seguida de La vida secreta de las palabras) tiene en realidad una vida en apariencia pequeña. Tiene veintitrés años, está casada con Don (Scott Speedman), su primer novio con el que tuvo una hija a los 17, otra a los 19, con frecuencia desempleado pero que la ayuda mucho con las niñas. Vive en Vancouver, en un remolque en el terreno junto a la casa de su madre (interpretada magníficamente por la cantante de Blondie, Deborah Harry) que está cabreada con el mundo en general y se consuela con dramas de Joan Crawford. Trabaja de noche de limpiadora en la universidad donde tiene una amiga mayor que ella, Laurie (Amanda Plummer, la deliciosa atracadora de Pulp Fiction e hija del famoso Christopher). Tiene un padre que lleva diez años en la cárcel (Alfred Molina, haciendo buena la máxima de que no hay papel menor). Y eso es todo. Le dan tres meses de vida y hace una lista de cosas por hacer y la sigue a rajatabla. Entre ellas tener relaciones con un hombre distinto a su marido y encontrar para éste una sustituta que haga de madrastra para las niñas. Y justo la vida le pone delante a un hombre que se enamora de ella al instante, el agrimensor Lee (espléndido y tierno Mark Ruffalo) y una vecina, tocaya suya, que acaba de mudarse y con la que las niñas congenian al instante (Leonor Wattling). Con esto y la complicidad de su desvalido médico (Julian Richings) y el salón regentado por María de Medeiros, Ann va a ir completando su lista y viviendo por fin con intensidad sus últimos días. Nunca es tarde para comprender que la vida es maravillosa y disfrutarlo.

jueves, 30 de agosto de 2012

"Je prefère t´acheter de l´alcool moi même, 
que tu bois mon Givenchy".

Bienvenue chez les ch´tis. (2008)
La necesidad hace extraños compañeros de viaje. Esta película aborda varios tópicos o prejuicios: la gente del sur y la gente del norte, los capitalinos y los provincianos. Un director de Correos, Philippe Abrams (Kad Merad), tras intentar mediante trampa conseguir un destino de la Costa Azul es castigado con dos años en Bergues, en la región Nord-Pas-de-Calais. Los habitantes de esa última frontera con Bélgica son los ch´tis que hablan todos ch´timis, una variante local del francés que establece cambios en las vocales, con sus propias coletillas, giros y locuciones. El primero en recibirle es Antoine Bailleul, interpretado por Dany Boon, actor y también director de esta cinta que en pocos años ha promovido un giro de la comedia francesa hacia la inocencia primaria de la risa, obviando sarcasmos, cinismos o excesos de ingenio pretencioso. Lo que se planteaba como un castigo acaba siendo una ocasión para revisitar la cara amable de provincias, la cercanía con el usuario, la camaradería, la generosidad humana y la calidad de vida en su aspecto más universal. Y de paso servir como pasaporte turístico a todas las posibilidades de esa región alejada de los objetivos turísticos franceses. Tras un primer momento de negación, Philippe se abre al lugar y a la gente, se adapta a su lengua y costumbres y se vincula a su suerte. Su mujer Julie (Zoé Félix) no admite que el destino no sea sino el horror mismo y Philippe lleva una doble vida entre el disfrute de sus compañeros y luego amigos del trabajo y la fantasía que desean escuchar en su casa de Salon. Pero esa construcción se viene abajo cuando su mujer decide reunirse con él en su nuevo destino. La cinta está llena de situaciones desternillantes que alcanzan su clímax en la farsa en el pueblo minero. Kavafis lo tenía claro cuando dijo algo así como "la vida que has gastado en esta ciudad, la has perdido en toda la tierra". Uno debería aprender siempre a sacar lo mejor de cada lugar o situación pasajera de su vida porque para bien o para mal la escritura vital no se detiene jamás. Y todos tenemos posibilidad de mejorar y ser mejorados por la vida de aquellos con los que por un tiempo son nuestros coincidentes laborales.

miércoles, 29 de agosto de 2012

"You want to wake up, to free yourself of
 the image of Europa, but it is not possible"


Europa. (1991).
Hubo un Lars von Trier antes de Dogma 95 y de Rompiendo las olas (1996). Lars creció entre cinéfilos filmando amigos en super-8 y tras graduarse con su ópera prima El elemento del crimen (1984) recibió un premio técnico en Cannes. Añadió el "von" a su apellido por admiración a Stroheim y a Sternberg. A Trier le gustaba y le gusta organizar sus ideas en trilogías y completó la trilogía dedicada a Europa con Epidemic (1988) y finalmente Europa (Zentropa, 1991). El raccord de la película viene señalado por una voz de narrador en off al modo de un apuntador de teatro pero con la autoridad de un hipnotizador reservada a actores como Max von Sydow. El comienzo homenajea el principio de Berlín, sinfonía de una ciudad de Walter Ruttman (1927). Y muchas de las opciones estilísticas que emplea como la sobreexposición, el collage y la proyección trasera que estaban en películas de vanguardia de los años veinte como Amanecer, Entr´acte. Les añade la combinación dramática del blanco y negro con elementos en color luego explotada por Pleasantville (1998). La película cuenta cómo un descendiente alemán, Leopol Kessler (Jean-Marc Barr) regresa a Alemania en 1945 tras crecer en Estados Unidos. Su tío (Udo Kier) le ha conseguido un trabajo como revisor de coche-cama. Un encuentro en su primer viaje con la hija del dueño de la compañía Zentropa (Ernst-Hugo Järegård), Katharina Hartmann (Barbara Sukowa) determina el resto de su suerte. Es un ingenuo aliado en la boca del lobo de los supervivientes nazis entre los que aún actúa un grupúsculo partisano, los Werewolf. Su existencia insignificante se torna estratégica. Empieza a navegar entre tiburones a ojos vendados llevado por su caridad, su buena disposición y el amor. Está en un mundo que ha sobrevivido a la guerra sacrificando sus principios morales, donde el orgullo nacional y el resentimiento priman sobre todo lo demás. Es inevitable recordar al Joseph Cotten de El tercer hombre. Cuando uno se aproxima a un campo de juego, sobre todo si es en calidad de visitante, ha de asegurarse de conocer las reglas o la ausencia de ellas antes siquiera de plantearse jugar. No será la primera vez que el director danés aborde el tema de la destrucción de la inocencia, de cómo este mundo arrasa a aquellas personas que concentran en sí demasiada bondad. El recorrido a través de esa noche larga de pesadilla en la Europa doliente alcanza un tipo de belleza que el cine añoraba.



martes, 28 de agosto de 2012

"I am a self contained-unit".














Singles. (1992).
Las películas como ésta, que ambicionan con atrapar un zeitgeist concreto, aunque sea el espíritu del tiempo emocional de la juventud de comienzos de los 90, envejecen rápido como las hombreras caídas, los clubs de música heavy, las cintas magnetofónicas de los teléfonos y la fascinación por los relojes digitales. Y causan cierta irritación por su argumento arrepentido, por la renuncia al comienzo de la tarea. A uno le agradaría ver una película de solteros que disfrutaran realmente siendo solteros (las Resacón en las Vegas son en eso, al menos, algo más honestas). Pero he aquí un grupo de solteros en la veintena desesperados por dejar de deshojar margaritas y encontrar a la persona con la que enfrentar juntos el resto de décadas de su existencia. La acción trascurre en Seattle y sus protagonistas viven todos en el mismo bloque de edificios salvo el personaje interpretado por Keyra Sedwick, la ecologista que protege los océanos de vertidos petrolíferos. Comienza con ella describiendo su felicidad por vivir sola en un dúplex con garaje. Tras un desengaño con un gallego llamado¡?Luiz (Camilo Gallardo) conoce a Steve (Campbell Scott) que trabaja en Tráfico solucionando atascos. Su historia es la que vertebra las idas y venidas de Janet (Bridget Fonda) en su evolución de groupie de Cliff (Matt Dillon) a mujer consciente de sí, ayudada por el cirujano plástico (Bill Pullman) y la de Debbie (Sheila Kelly) que conoce en la empresa de citas 'Expect the best´, gracias al video que le realiza Tim Burton, a Peter Horton (actor célebre gracias a la serie de televisión Treintaytantos), dos de varios cameos de la cinta dirigida por Cameron Crowe. Las escenas oníricas, grabadas con la ingenuidad de las capacidades de entonces, y la propia ingenuidad de los personajes, algo insulsa tal vez, es lo que queda por rescatar de esta película que se quiso epocal y eterna y no tengo la certeza de que haya conseguido siquiera la primera de sus premisas. Para nostálgicos de Bridget Fonda, Beverly Hills, 90210 y productos similares. Friends volaba bastante más alto.


lunes, 27 de agosto de 2012

"Comment expliquer la peinture? celle qui me bouleverse, 
celle qui me fait pleurer, qui me fait jubiler?"


Dialogue avec mon jardinier (2007).

La película es una adaptación literaria de la novela homónima de Henri Cueco con guión del director (Jean Becker) y Jean Cosmos que debieron construir casi de cero el personaje de "payaso blanco" del pintor. Becker volvía de forma más concentrada a los grandes temas de Les enfants du Marais (1998), la amistad masculina y el retorno a la pureza de la infancia.
Un pintor consagrado en París de mediana edad (Daniel Auteil) se retira en la casa familiar y contrata un jardinero que resulta ser Léo, un antiguo amigo de Primaria (Jean-Pierre Darroussin). Retoman esa amistad con la misma complicidad y con el máximo respeto por lo que el otro decidiese hacer de su vida. El pintor salió del pueblo abandonando el destino profesional familiar de boticario, el jardinero disfruta de lo que más le gusta tras retirarse de toda una vida de duro trabajo ferroviario. El pintor está en trámite de divorcio de su esposa (Fanny Cottençon), fatigada ya de tanta infidelidad con modelos y/o alumnas como Magda (Alexia Barlier) que se reúne a pasar un tiempo en el campo con él. El jardinero ha sabido mantener bajo su ala a su esposa cabileña (Hiam Abbas) e hijas. El contacto con ese paisano de clase obrera y pensamiento sencillo devuelve al parisino de adopción hacia ciertas verdades esenciales de la vida que solo intuyó tras la muerte de sus progenitores que se le estaban escapando. Todos podemos acompañarnos y enseñarnos algo útil en esta vida. Y la amistad, como el amor, no entiende de clases ni diferencias socioeconómicas, reside en la química, en el buen empaste de dos caracteres.

domingo, 26 de agosto de 2012

"Dès ce 15 de avril, je me console en parlant d´elle."


La camarera del Titanic. (1997).
Las coproducciones europeas como ésta (franco-italo-española) han sido siempre el mejor exponente de la capacidad no explotada de las naciones del viejo continente para trabajar en una misma dirección. Una novela escrita por el francés Didier Decoin - La femme de chambre du Titanic (Seuil, 1991-da origen a esta película con director (Bigas Luna), música (Alberto Iglesias) y una intérprete españolas (Aitana Sánchez Gijón en el rol protagonista de Marie, la camarera), y los coprotagonistas franceses Horty (Olivier Martinez) y Zoë (Romane Bohringer). Amén de algunos secundarios italianos como el actor y empresario Zeppe (Aldo Maccione). Horty trabaja en una fundición de Feuillange (Lorraine) donde gana por tercer año una carrera de sacos de carbón mojados y es premiado con una semana en Southampton para ver partir al Titanic. Una mujer se presenta en la habitación del hotel so pretexto de que no quedan habitaciones libres en la ciudad y necesita un lugar para dormir pues al día siguiente parte como camarera en el famoso trasatlántico. Horty le ofrece compartir la habitación, compartirán además la cama y al día siguiente la ve fugazmente subir al barco y cómo un fotógrafo al minuto consigue de ella una instantánea que luego él le adquiere. La foto y la fascinación por ella son su equipaje de vuelta a la dura realidad de la fábrica. Empieza relatando la verdad a sus compañeros que, insatisfechos con la realidad de la historia, le empujan a una fabulación cada vez más elaborada de su encuentro con esa mujer bella de la que casi no sabe nada. La tragedia del Titanic aumenta el morbo de sus espectadores. Mientras, su mujer Zoë pasa por el tormento de sospecharse engañada. En un segundo giro de la trama aparece un empresario de teatro llamado Zeppe que le ofrece convertir su relato en espectáculo y Zoë, celosa pragmática, acepta esa ocasión de salir del agujero de penuria en el que viven. Horty no sospecha que un tercer giro de la historia le obligará a confrontar la vida soñada con la real. Pero sí sabe ya, como lo saben todos aquellos que le escuchan, que la imaginación para los que no tienen nada depara mayores alegrías de las que reserva la vida. Que la mujer real no será nunca como la mujer de ensueño. Que el amor, aunque sea un amor no vivido, posee en sí una capacidad de transformación personal a la que es imposible resistirse.


sábado, 25 de agosto de 2012

"You are the butter to my bread, the breath to my life"
Julie & Julia. (2009)
Aficionados a la cocina, o no, esta película puede interesar a todos aquellos que quieran ver cómo dos personas reencuentran el paso perdido de su recorrido vital. Su directora es la difunta Norah Ephron (1941-2012) que representaba la quintaesencia del mejor neoyorkino. La película se estructura en dos relatos que se van intercalando, el de Julia Child "la mujer que enseñó a América a cocina comida francesa" y la aspirante a escritora Julie Powell. Bien ella o el casting de Kathy Driscoll y Francine Maisler cayeron en la cuenta de que la complicidad gigantesca de Meryl Streep y Stanley Tucci en The Devil Wears Prada bien merecía otra oportunidad para desplegarse ante la pantalla y los convirtieron en el matrimonio de Julia y Paul Child que se trasladan a París donde él debe integrarse a su puesto de agregado cultural de la Embajada Estadounidense. Ella no desea volver a trabajar como funcionaria del gobierno pero tampoco desea ser "some frivolous wife looking for a way to kill time". Decididamente Julia Child no estaba en el killing time business. Quería dar a su vida significado, hacer algo con solidez. Julie Powell trabaja en la Oficina de apoyo a las víctimas del 11S, tiene una novela a medias que nadie quiere publicar y un grupo de amigas exitosas y blackberrieadictas que cubren también su necesidad de enemigas, si la tuviera. Su madre si no es castradora es, desde luego, una pisaverdes. Y encima su marido ha decidido que para gozar de un piso más amplio van a mudarse a Queen, los outerboroughs. De hecho la película arranca con esas dos mudanzas, Paris y Queens, 1950 y 2002. Ambas sienten que no basta con un trabajo alimenticio y ser amas de casa. Ambas cuentan con el apoyo incondicional de sus maridos (Tucci y Chris Messina), ambos buena gente que las quieren bien. La cocina les sirve a ambas para centrar su vida y reencontrar la alegría, los buenos amigos como Avis De Voto (Deborah Rush) en Julia o Sarah en Julie (Mary Lynn Rajskub) y el disfrute del presente que nunca debieron perder. Y para dejar su aportación en el mundo, aspiración legítima de cualquier vida humana. Se agradece además el retrato del hogar cotidiano, Si bien el Paris de los cincuenta es algo edulcorado al estilo Amélie, el reflejo de un domicilio de treintañeros del año 2002 tiene ese aire desordenado de casa real, sin relación con las casas de revista, que se echa mucho de menos en el cine que presume de ser contemporáneo. El lujo austero de las cocinas de Child contra la modestia de la cocina de Julie pero la misma pasión por alcanzar un objetivo personal. Buen ejemplo de la capacidad inspiradora de aquellos a quienes admiramos para animarnos en nuestra propia superación.

viernes, 24 de agosto de 2012

"- Et pour le phisique vous préferez quoi? Blonde, Brune? 
 - Ben, oui, avec des cheveux comme même."


 Je vous trouve très beau. (2005).
 Aymée Pigrenet (intepretado por un Michel Blanc con un parecido que asusta al Pepe Viyuela español) es una agricultor hosco y práctico. Está casado con Huguette (Agnès Boury) que lleva las tareas caseras y el pequeño comercio de productos frescos de la granja y compensa la falta de romanticismo de su vida con telenovelas yankies hasta que muere electrocutada. Esa muerte deja a Aymée indiferente en lo sentimental pero muy preocupado porque la economía de su propiedad dependía de esa explotación marital: necesita con urgencia una mujer (véase granjera) de reemplazo. Isabelle Mergault imagina y dirige una historia muy real, la de mujeres de antiguas repúblicas soviéticas que realizan a través de agencias matrimoniales enlaces de conveniencia con europeos del oeste para mejorar su vida y la de sus familias. Es el caso de Elena (magnífica Medeea Marinescu) que se toma agradecida con paciencia y alegría su nuevo destino y el carácter del hombre que la fue a buscar. El personaje de Mme. Marais, la directora de la agencia "Un amour un jour, un amour toujours" está interpretado por Eva Marlan con una elocuencia gestual infinita. Muchas veces los que reciben son al final los que más dan. Los afectos complican cualquier negocio. Los que se dejan atrás y los que se encuentran en el inescrutable designio del amor. Aunque, a veces, es posible lograr un triplete: encontrar a alguien que te quiere de verdad.


"I wanted to proove myself, and for my sins, fate taught me a lesson".


The men who stare at goats (2009).
Es posible hacer una película sobre el holocausto en la que te puedas reír y una película sobre la guerra de Irak, o sobre todas las guerras, desde la perspectiva hippie. Un joven periodista, Bob Wilton, (Ewan McGregor) necesitado de madurez personal contacta con un ex-integrante de la New Earth Army, un extinto cuerpo del ejército americano integrado por supersoldados, guerreros Jedi adiestrados en tres niveles en poderes psíquicos para aguzar su percepción, visualizar remotamente el paradero de un objetivo y emplear la sparkly eyes technique para disuadir al enemigo de atacar. Tras el fracaso de su matrimonio se mete a corresponsal de prensa en Irak donde conoce a Lynn Cassady (George Clooney), el más dotado de ese antiguo cuerpo. Éste le habla de Bill Django (Jeff Bridges),ex-combatiente de Vietnam y creador de ese cuerpo y su filosofía. Le habla de su tiempo dorado con él, de su fe en todo lo que le enseñaron, de la bondad detrás de todo aquel intento y de la manzana envenenada, Larry Hooper (Kevin Spacey), que acabó con el sueño. Esta es una película que habla de la fe capaz de sacar lo mejor de nosotros mismos (Be All You Can Be), de la Optimum Trajectory (la búsqueda del propio destino) y de la posibilidad de redención que nunca debemos desestimar.

miércoles, 22 de agosto de 2012

"La vrai prison c´est la morte du fils"


Il y a longtemps que je t´aime. (2008)


Bleu, Blanc, Rouge fue una trilogía que marcó el comienzo de los noventa en Francia y a muchos cinéfilos. Philippe Claudel llegó al cine después de enseñar antropología y literatura a bachilleres, universitarios, discapacitados y presos en Nancy. Gran parte de ese curriculum lo comparte con el personaje de Michel (Laurent Grevill), trasunto de sí mismo y creación suya como el guión de esta película galardonada con el Óscar francés (César) a la mejor ópera prima. Un personaje llamado a entender a la protagonista, Juliette, nombre compartido con el principal rol de Bleu. Y no es el único guiño a esa película, aguarden sino a la aparición de la madre de la protanista. Claudel pudo preguntarse, qué podría ocurrir si retorcemos la trama, si el marido y el hijo no se los arrebata la muerte por fatal accidente sino que ocurre un divorcio, luego el asesinato del hijo y en vez de la libertad pensada por Kieslowski llegan quince años de cárcel. Y el ostracismo que la sociedad y la propia familia reserva a las aberraciones, a las Medeas contemporáneas que, despechadas en su amor marital, deciden borrar hasta el último testimonio de la existencia de su afecto no agradecido. La acción se desarrolla en Nancy, cuyo museo atesora gran parte del arte pompier y realista decimonónico francés, particularmente indicado para emocionar sin esfuerzo. Esta película tiene de fondo el paisaje de dos maternidades, la de Juliette (Kristin Scott Thomas) y la de Lea (Elsa Zylberstein), actrices sobre las que reposa todo su desarrollo pues su argumento principal es la fidelidad de la sororidad, del amor entre hermanas. De cómo una hermana menor puede sobrevivir a la censura y la condena a la mayor, al olvido, al apartamiento, cómo puede mantener la llama de la esperanza viva hasta el reencuentro y ser generosa en extremo cuando este se produce. Y como en Bleu, del amor que no nos hace libres pero sí nos vincula a la vida. Entre la chanson À la claire fontaine y la balada Dis, quand reviendras tú? de Barbara se encierra esa espera afortunada.

martes, 21 de agosto de 2012

" - No one lives forever. - Frank Sinatra give it a shot.- You do."


Heist. (2001).
Los personajes interpretados por Gene Hackman, Delroy Lindo y Ricky Jay con la ayuda de la mujer de Hackman (Rebecca Pidgeon) atracan una gran joyería y el jefe (Hackman) es fichado por una cámara de seguridad que no alcanzan a inutilizar en su huída. El hombre con el que están asociados y para el que roban (Danny de Vito) utiliza esa circunstancia para convertir ese último golpe en el penúltimo y obligarle a hacer un último asalto antes de retirarse. Deben robar el oro con destino a un banco suizo. Ese pie forzado carga de desconfianza la sociedad, De Vito impone además a la banda la inclusión de su sobrino para supervisar ese último golpe. La trama se ennegrece a medida que las traiciones parecen ir acumulándose y el juego de lealtades cambie constantemente de signo. Hackman no solo es un MacGyver sexagenario al que parece no escapársele el dominio de ningún oficio, es además un hombre templado que parece tener siempre un plan a mano por si falla el plan de repuesto. Sabe que debería retirarse a tiempo pero no quiere hacerlo con las manos vacías así que está obligado a bailar en el alambre que le tiende un De Vito que se resite a dejar escapar a un ladrón tan cualificado. Este guión de caja china se desenvuelve con una rara y consistente eficacia. La filmografía de Mamet tiene tantos matices como ocupaciones dentro del oficio de narrar su vida laboral. Y ese oficio de contar lo domina con una sobria elegancia que ha puesto en muchas ocasiones al servicio de su esposa Rebecca Pidgeon en cinco ocasiones. Y en esta película de hombres y violencia la actriz se desliza sin desdibujarse entre ellos con idéntica elegancia y un atractivo genuínamente cerebral que devuelve al género el tipo de personajes interpretados por Bacall que el cine posterior sustituyó por rubias oxigenadas estúpidas y chillonas. El guión negro no se resiente por ello sino que gana un personaje más.

lunes, 20 de agosto de 2012

"A parent can only guide you in the wright direction.
In the end you have to learn for yourself".


Death at a funeral. (2007).

En el momento del adiós las familias conocen aquella parte del otro que estaba oculta y afloran también los resentimientos, malos entendimientos, las ingratitudes y egoísmos que comporta el rol que cada uno juega dentro de ellas. Robert, el escritor e hijo pródigo (Rupert Graves, hermano pequeño de Helena Bonham Carter en A room with a view) regresa desde Nueva York para asistir al funeral de su padre de cuyos preparativos se ha ocupado el hijo que permaneció a su lado, Daniel (Matthew Macfadyen). Acuden también el hermano del difunto, su hija Martha con su prometido Simon que ingiere por error una de las píldoras alucinógenas que prepara como parte de su fuente de ingresos su futuro cuñado y estudiante de farmacia (Kris Marshall, el simpático Colin Frissel de Love Actually). En el funeral se cuela Peter, interpretado por Peter Dinklage (ahora célebre por su papel de Thirion Lannister en la serie televisiva A Game of Thrones), dispuesto a chantajear a la familia. Los desvaríos de Simon, los intentos de los jóvenes de la familia por neutralizar las revelaciones de Peter sobre el difunto y ese frasco de Valium relleno de pastillas hechas a base de mescalina entre otras sustancias que se extravía y encuentra siempre nuevos prescriptores garantizan un funeral de enredo y sorprendente hilaridad. Matthew Macfadyen, quien no poseía ni la más remota química con Keira Knightley en Orgullo y prejuicio (2005), forma parte de ese club de actores tocados por la varita del éxito al interpretar un personaje de Brönte o Austen, en su caso el de Hareton Earnshaw en Wuthering Hights (BBC, 1998). Su personaje nos hace respirable y tangible la timidez. Y también la impotencia y rabia que puede experimentar aquél a quien se le ha reservado la suerte del segundón que crece a la sombra del preferido dotado de todos los talentos y afectos. Pero que al menos puede contar con el incondicional afecto de su esposa (Keely Hawes, esposa de Macfadyen también en la vida real).

domingo, 19 de agosto de 2012

"- Se llama amor.
- Pero se supone que podría ser compatible con la vida y a mí me parece lo contrario."


Nada en la nevera. (1998).

Carlota (María Esteve)conduce la ambulancia del Samur y ni siquiera bajo presión baja las antenas en  su busca histérica y desesperada del hombre susceptible de convertirse en "Nº 1". Un friki dibujante de cómic porno y profesor de dibujo técnico como empleo alimenticio (Coque Malla) ingiere 10 huevos intentando emular a Paul Newman en Cool Hand Luke (1967). Cuando Carlota y su compañero Rodrigo (el inestimable Roberto Álvarez)acuden en la ambulancia para atenderlo ésta cree ver en él al elegido. La película se estructura en dos mitades,una a través de los ojos de Carlota que pasa analizando cada contacto, palabra o gesto de Nº 1 con su amiga Juan (soberbia Laura Aparicio) y la otra mitad a través de los de Nº 1 que se confía a su amigo y hermana mayor. Las versiones no pueden ser más disímiles pero incluso la parte más sensata se olvida de llenar la nevera,participa de cierto grado de obsesión y entra en el bucle de "ni contigo ni sin tí".
Coque Malla resolvía con naturalidad esta comedia romántica doméstica con Álvaro Fernández Armero, segunda de ambos después de la afortunada Todo es mentira (1994). Además de la descripción de imposturas que asumen dos personas en el proceso de gustar al otro lo más logrado de la película es la participación de los colectivos profesionales municipales de Madrid en los momentos oníricos de Carlota. Números corales que se ven poco en el cine español y no están exentos de gracia en su retrato urbano.



viernes, 17 de agosto de 2012


"mon ambition c´est atteindre la parfaite paresse pour l´homme riche et le pauvre aussi"


Elena et les hommes. (1956).

Jean Renoir pudo soñar tal vez con arrancar a Helena el estigma adquirido en Troya como femme fatale o instrumento del destino pero su Elena "sin h" revisita mejor otro mito griego, el de Pigmalión, cambiando el género. A Elena le gusta pensar que su misión en la vida es emplear su belleza y el amor que inspira en los hombres para ayudarles en la consecución de sus más altos ideales y ambiciones. Una vez logrados éstos, Elena cambia de misión y en consecuencia de hombre. Este modus operandi puede resentirse en ocasiones de falta de liquidez que siempre puede resolverse por un matrimonio de conveniencia. Elena es por matrimonio solo la princesa Sorokowska, viuda de un insignificante príncipe polaco víctima de su afición a la fabricación de bombas con destino al Zar ruso, pero cualquier monarca o gobernante envidiaría su cerebro de estratega. Exquisita en sus maneras y toilette pero de gustos sencillos, regala margaritas como portebonheur a sus favorecidos y ama la multitud. No duda en mezclarse con ella por las atestadas calles de un París de estudio en algarabía sin fín el 14 de julio hasta perder sombrilla, sombrero, monedero y hasta un guante de piel bebiendo tintorro con la misma delectación que si bebiera néctar de los dioses. Una mujer distinguida pero accesible a la vez solo podría interpretarla alguien como Ingrid Bergman. Pero lo  que destaca en ella es la imperturbable felicidad que la acompaña y eleva por encima del resto de los agitados mortales que la rodean y que, como su tía, hacen de la crise de désespoir todo un arte. Elena no cree en el amor para ella, le preocupan asuntos de mayor relevancia. Su única pasión es esa influencia benefactora que puede jugar en hombres llamados eventualmente a regir una nación como el general Rolland (magnífico Jean Marais). Es un hada madrina que tropieza en la multitud y a lo largo de su misión una y otra vez con un hombre sin más ambición que desmontar el rígido esquema de vida que ésta se ha autoimpuesto (Mel Ferrer). Los secundarios como Jean Richard (Héctor) o Magali Noël (Lolotte), las cantantes famosas en sus cameos (Juliette Greco de gitana es todo un hallazgo) redondean el aire de sainete de un cuadro alegre a mayor gloria de la joie de vivre gala.

jueves, 16 de agosto de 2012

"This is the first time i´ve eliminated having future with a man,
before even we´ve had the chance to have had a past."


Down with love. (2003).
Uno contempla una comedia romántica con un empaquetado que recrea de forma tan correcta el Nueva York imaginario de 1962 y siente la constante tentación de desechar un producto de consumo que ha sido diseñado para gustar de forma tan alevosa. Peyton Reed empleó con esmero los recursos de su pasado publicista al servicio de la resurrección de la comedia basada en la guerra de sexos que hizo famosa a la pareja Doris Day& Rock Hudson desde su primer en cuentro en Pillow Talk (1959). Tomó de ellas cosas tan literales como el uso del lettering en un travelling que explicase la constancia del romance entre esos dos sexos en presunto enfrentamiento. Aunque el argumento guarda un parecido aún mayor con el de Sex and the single girl (1964) dirigida por Richard Quine de la que podría ser un inconfesado remake. De la época tomó la moda, el diseño de interior, la estética pin- up. Añadió sexo a esas discusiones sobre amor sí, amor no. Y escogió dos actores que no están en la liga de los guapos sino que participan en la banda más ancha de los atractivos, aquellos con gracia y humor suficiente como para resultar siempre sexy.
Y consiguió crear situaciones hilarantes. Renée Zellweger e Ewan McGregor tienen química pero no hubieran conseguido llevar la trama adelante sin esos impagables Sarah Paulson y David Hyde Pierce (inolvidable Nils en la serie televisiva Frasier). Asentada sobre esos cuatro pilares, la historia de cómo Bárbara Novak, la autora del best-seller Down with love capaz de emancipar de la dependencia afectiva a todas las mujeres del planeta, consigue ganar en su mismo terreno de juego al playboy Catcher Block fluye con facilidad hasta el desenlace. Ese tramo final incluye un último tirabuzón con alguna torpeza (el inmenso diálogo explicativo totalmente innecesario para espectadores mínimamente inteligentes que resume todo el film que la pobre Zellweger tuvo que memorizar) y bastantes explicaciones sobre el inconsciente que dirige toda la maniobra. Una mujer puede emanciparse y triunfar siempre y cuando no deje a los hombres atrás, siempre que les otorgue algún papel en ese nuevo orden mundial de éxito femenino. Sobre la pregunta de ¿por qué McGregor se mete en un proyecto como este? el propio actor respondió que veía esas comedias de Day& Hudson en matinées televisivas a los ocho años y solía fantasear gracias a ellas con Nueva York, que siempre anduvo falto de medios para jugar a playboy y he ahí el cine dándole ocasión. Reneé "Chicago" Zellweger estaba lista para saltar a la pista y bailar un twist o un "Fly me to the moon" interpretado por Astrud Gilberto. Y ambos lo pasaron bien, que al final es de lo que se trata en este tipo de cine.

miércoles, 15 de agosto de 2012

¿Por qué quieres vivir siempre según la lógica?



Buongiorno, notte. (2003).

A Marco Bellocchio le basta un gran apartamento y unos pocos exteriores sobre los que cerrar el objetivo y una fotografía en tonos naranjas, marrones, verdes para regresar a los años 70. Quiere contar la historia de un cautiverio y asesinato a manos de unos idealistas ingenuos que accedieron a la educación universitaria y emplearon su tiempo y juventud en hacer mala digestión de textos marxistas escritos en tiempos diferentes al suyo. Chiara es una hija de un difunto miembro de la Resistenza partigiana, de aquellos lodos... Empieza el año 1978 a besos con su novio-primo que debe esconderse pero alquila un apartamento con Ernesto, grande, con acceso directo desde el garaje. La célula de cuatro brigadas rojas la completa el jefe dogmático, Mariano. La única que sigue con su vida de bibliotecaria en el Ministerio es Chiara, la que saca los canarios, hace la compra y asegura la normalidad de cara a los vecinos. Los chicos secuestran a Aldo Moro, matan a cinco personas entre escolta y carabinieri. Enzo trabaja con Chiara y se interesa por ella. Accede a suplantar a su novio en la reunión anual con el resto de partisanos que homenajean a su padre frente a la tumba de sus padres, que recuerdan cómo éste expresaba en vida sus ideales. Enzo no se conforma con ser un funcionario, escribe un guión titulado Buongiorno, notte con lo que lee entre líneas de la verdadera vida de Chiara. El final es conocido. La trama se centra en el diálogo imposible entre el jefe de brigadistas y el presidente de democracia cristiano, en el conflicto que suponen para Chiara las medidas terroristas, en lo fácil que resultaría entenderse si primero pusiéramos las personas, luego las ideas. Las miradas de Roberto Herlitzka y de Maya Sansa sostienen un film que se ambienta históricamente haciendo un uso muy preciso de imágenes históricas fílmicas y televisivas para ilustrar que les pasa por la cabeza a esos jóvenes autoproclamados representantes de la clase obrera.

martes, 14 de agosto de 2012

"Il faut qu´on fasse un enfant, même si être ensemble est triste, 
           on fasse comme tout le monde, le reste viendra."


 Il est plus facile qu´un chameau. (2003)

La vida son problemas, también en las familias ricas, también en la familia de Carla Bruni y Valeria Bruni Tedeschi. Y la segunda, actriz consagrada a quien fue legado la parte del león del talento familiar, sensibilidad exquisita y no poca belleza, decidió explicar su intrahistoria en su debut como directora. La película no cuenta cómo el compositor Alberto Bruni Tedeschi se hizo millonario como importador de caucho en los años 20 pero sí como él y su esposa, la pianista Marysa Borini, comunicaron a sus niños el cambio de domicilio de Turín a Suiza (París en la película) por la amenaza de secuestro de los Brigate Rosse. Federica Camerasca (Valeria) transita en muchos mundos. El de su infancia por flashbacks. El de su imaginación por ilustraciones de Anaïs Vaugelade en las que visualiza cosas que no comprende. El de su vida adulta atrapada entre relaciones presentes con Pierre (Jean-Hugues Anglade), descendiente de italianos con una inmensa conciencia de clase obrera y pasadas con Philippe (Denis Podalydès) seductor inverosímil calvo, feo, ridículo traidor de su vida de casado feliz, patético bailarín de tango en los quais del Sena. O el de la vida adulta que pretende tener una mujer de religiosidad y alegría infantiles entre su padre moribundo, su fría madre que se interpreta a sí misma, su desequilibrada hermana Bianca (Chiara Mastroianni) siempre a punto de llamar a su psicoanalista, su hermano Aurelio (Lambert Wilson) que vive dando la vuelta al mundo y ese cura de paciencia infinita (Pascal Bongard) que no puede ayudarle a encontrar esa cuadratura del círculo por la cuál un rico debería poder acceder al reino de los cielos aunque fuese a costa de renunciar a su riqueza. Federica es una mujer que quiere ser amada por todos: los Brigate Rosse (la ensoñación de la cena en familia cantando la chilena "El pueblo unido jamás será vencido" es un hallazgo), su familia, el director teatral que lee sus obras sin acabar de estrenar ninguna...ambiciona hasta el afecto maternal de la esposa de su ex. Y se debate entre un síndrome de Peter Pan y una vida normal. Quiere abandonar la soltería aunque sea in extremis con El hombre del jardín (Yvan Attal), dejar de ser nadie para convertirse en esposa, madre, dramaturga,  una trabajadora más. Tener una vida plena más allá del dinero. El comienzo homenajea el arranque de Comte de Printemps de Rohmer y buena parte de sus coetáneos actores a la compañera y amiga, attrice direttrice que transita por los afectos de su vida como por los idiomas, con torpe fluidez.

lunes, 13 de agosto de 2012

"I love you Sharon. An' it'll be your baby, so I'll love it as well."


The Snapper (1993).

En su décima película Stephen Frears eligió contar una historia de familia obrera siempre con problemas pero feliz y dar un rápido repaso a algunos invariables irlandeses como la excesiva afición a la bebida o el catolicismo acérrimo que les impedía considerar siquiera el aborto como una opción. Pero sobre todas las cosas decidió contar el amor incondicional de un padre hacia una hija. Un amor que no disminuye por cuestiones de honor o puritanismo y que pone por delante de las consideraciones del resto de la familia nuclear que es lo único que le importa (el "fuck the neighbours!" inicial vale para el resto de habitantes). He ahí un hombre que no confunde sus prioridades y hace honor a los suyos. Y la película se disfruta sobre todo por ese careo entre Colm Meaney, experto en robar protagonismo a cualquier vedette o galán con el que coincida en reparto, pregunten sino al Hugh Grant de The Englishman Who Went up a Hill but Came Down a Mountain, al que da la réplica perfectamente Tina Kellegher. La frase que inicia esta entrada ilustra esa incondicionalidad y se puede encontrar también en el héroe escocés Rob Roy creado por Walter Scott y encarnado por Liam Neeson. Sharon quiere hacer prevalecer dos derechos-libertades: la de tener su bebé, la de no revelar la identidad del padre por mucha presión social (que la tendrá) que sufra.
Está bien que se pueda hacer comedia de lo que en la realidad de muchos países y familias se hace drama y encontrar, al menos en la pantalla, tanto respecto por la decisión de la mujer sobre su propia concepción.
"You´ll like to be married, you´ll see".


Indiscreet. (1958).

Anna Kálman ha conseguido el reconocimiento como actriz de teatro pero no parece haber hombre a la altura de sus expectativas. Philip Adams está en la cresta de la ola como economista y se hace el difícil ante una oferta de trabajo ofrecida por la OTAN y servida por el cuñado de Anna. No son dos jovencitos y si no saben lo que quieren aún de lo que están seguros es de lo que no quieren. Él hace gala de juego limpio, caballeresco y advierte a la dama de que está casado, separado de su mujer y que no puede divorciarse. La dama, hastiada de príncipes rana, decide tomarlo como viene y ser feliz el tiempo que le sea concedido. Stanley Donen, el maestro del optimismo bailarín, reúne en esta comedia menor que sugiere Londres a la manera de la capital del Sena ofrecida por Minnelli en Un americano en París, a dos amigos - Cary e Ingrid - en una obra de teatro llevada al cine. De lo que se trata aquí es de disfrutar de la complicidad de ambos que regalan a la pantalla, del delicioso y cálido technicolor, de las posibilidades de escenario de interiores que han pasado a la historia del diseño y de un baile - Donen no defrauda- inédito en Grand. El enredo es indoloro y el final atolondrado y feliz. La reflexión de la historia la podríamos poner en labios de Pierce Brosnan en El Secreto de Thomas Crown: ¿cómo se aparean los puercoespines?

viernes, 10 de agosto de 2012

"The world is not against you. You can try to trust a little."


 Trust the man. (2005).

Elegir las películas por los actores y los libros por los títulos es el cliché de los adictos a ambos. Ver trabajar a Julianne Moore y Maggie Gyllenhaal es el principal activo de una de esas películas que tratan de arrojar luz sobre ese insondable misterio: ¿por qué esos dos están juntos? Y aunque la película no termina de responder a la cuestión para con sus personajes al final de lo que se trata es de entretener con un acercamiento a través del enredo. Y hacerlo desde una perspectiva inequívocamente neoyorkina, incluído el cliché de la visita al psiquiatra como el que visita al dentista o al oculista o las terapias grupales. Sin embargo, más que la profundidad de la relación que puede haber entre una actriz y su marido amo de casa, la de una aspirante a escritora y su novio "nini", el tema real que está por debajo es la desorientación que preside las vidas de estos treintañeros atrapados entre deseos para sus vidas más concretos y tangibles (ellas), más inasibles e indefinibles (ellos), sus inseguridades y algunos callejones sin destino que se les abren en medio de esa crisis existencial contada con poco vuelo por el hubby de Moore, Bart Freundlich, por lo que no son descartables toques autobiográficos del director en el personaje encarnado por Duchovny. Una pareja, un trabajo, son todo apuestas vitales. Sólo uno mismo sabe por qué apostó en un inicio, por qué decide o no seguir apostando. Y el desafío está en hacer frente a los requerimientos de las responsabilidades adquiridas mientras terminamos de encontrarnos, respondernos, conocernos...algo en lo que estas generaciones viene postponiendo de forma indefinida la fecha límite.

jueves, 9 de agosto de 2012

"Por primera vez sentí con los ojos que tocaba a mi hija"


Saraband. (2003)

Esta es una película a recetar a padres posesivos. A cualquier individuo o individua malsano que entienda las relaciones en clave de pertenencia. Surge del impulso de una mujer por reencontrar en su retiro familiar al que fué dieciséis años su marido, treinta años después. 
Se habla de la crisis de los cuarenta pero normalmente se hacen más preguntas a los cincuenta, cuando ya las cartas están echadas y las energías menguadas para cambiar el curso de la historia. O en los sesenta, al término de la vida laboral y es el caso de la protagonista. Uno podría ver la vida pasar a través de los ojos de Liv Ullman, su extrema piedad ilumina el dolor del resto de personajes, sus conflictos y sufrimientos, desde una paz de Parca, mítica. Bergman hacía cine para ver a solas, de noche, en silencio, en secreto, como la contemplación de algún crimen emocional, no necesariamente sangriento. No conseguía admiradores sino cómplices contritos con un buen puñado de preguntas y desasiegos con los que vivir a la salida del cine. La vida es un trayecto imperfecto, solo disponemos de tiempo para perfeccionar las sarabandas de Bach y no son más que las partes fáciles. Hay algo terrible en el odio de un hijo hacia un padre, lo hay también en cargar a un hijo con la responsabilidad de ser la razón vital de un padre.  Por fortuna para todos, los personajes femeninos, siempre supervivientes, siempre en pos de la libertad feliz hicieron y hacen las elecciones más acertadas. Tal vez Marianne, la protagonista, debía ver por sí misma los estragos de la paternidad mal entendida por omisión u obsesión para encontrar la conexión que le faltaba para enfrentar en paz el último tramo de su vida. Nunca se deja de aprender, obsérvese un recurso de Matrix (1999) empleado aquí por Bergman, de todos y de la verdad de uno mismo. Y nunca es tarde para cuestionar las propias decisiones y salir de dudas.

miércoles, 8 de agosto de 2012

Everything is illuminated ...from the past


Everything Is Illuminated. (2005.)

¿Qué pasa con los girasoles? ¿A qué viene esa tendencia a encubrir la muerte o presagiarla? Girasoles lucían en la primavera de Barikino antes de la traición que llevó a Zhivago lejos de todos aquellos a quienes amaba. Los girasoles era el título de la película que hizo llorar a tantas mujeres en los sesenta identificadas con esa Penélope italiana interpretada por Sofía Loren que espera un marido movilizado a la guerra en Rusia para no volver. Girasoles rodean la casa que preserva el secreto de tanta muerte judía a manos de los alemanes pero consentida por un antisemita pueblo ucraniano.  Moraleja: girasoles al fuego y quedarse con las pipas...Everything Is Illuminated es un producto fílmico perteneciente a ese corpus inmenso generado por el deseo de perpetuación en la memoria de las gentes de la ignominia alemana y algo más que alemana cometida contra los judíos en la segunda guerra mundial. Porque no bastaba con fundar un estado, situarse en el mapa en el lugar histórico de origen, reclamar reparaciones, devolver el golpe, debía además crearse un imaginario abundante que difundiese todo ese sufrimiento. Realmente hay mucho que aprender del pueblo judío como notario del pasado. Pero dentro de la variante fílmica de ese imaginario se distinguen dos espíritus: el realista, más revanchista y literal y otro corpus que intenta además expresar el agradecimiento hacia aquellos que hicieron lo correcto. Lo cuál, sin duda, dice mucho y bien sobre la nobleza de esa memoria. Y a ese segundo corpus pertenece este film. Un nieto de judío ucraniano, Jonathan, emprende la búsqueda de Augustine, de quien sólo sabe que ayudó a su abuelo a escapar hacia América. Conserva la foto de ambos sobre un campo de trigo y un medallón de ámbar con un saltamontes petrificado en su interior. Contacta con una touroperadora de Odesa especializada en guiar a turistas norteamericanos judíos a los camposantos de sus parientes muertos regentada aún por un anciano jubilado y su nieto que junto con una perra demenciada sacada de la perrera acompañarán al joven Jonathan en su búsqueda. Esta película se construye en base a espejos, dos coleccionistas, dos muertos para que hubiera dos vivos, un anillo enterrado para asegurar una existencia. No paramos de oír que lo único que tenemos es el presente, que ni pasado ni futuro existen pero es muchas veces el acceso a la información de esos dos mundos inasibles (pasado y futuro) lo que dota de sentido nuestro presente, lo que ofrece la lectura reveladora que completa la historia y la hace comprensible para nosotros. Elijah Wood no podría inspirar más ternura y convocar en los otros más deseo de protección desde la contención interpretativa. Pero lo que sobresale de este film, aparte de la banda sonora digna de un Kusturica, es el respeto por el otro y sus motivaciones de los protagonistas, los supervivientes y los descendientes. No es pequeña enseñanza.


martes, 7 de agosto de 2012

"Everyday we wake up, we do our best, anything else really matters..."




El Exótico Hotel Marigold. (2011)
Ahí va un film para reconciliarse con la vida, incluso con sus aspectos más ingratos. Para pensar en las dimensiones posibles del tiempo que tenemos entre las manos y el uso que queremos dar a nuestro paso vital. Nadie quiere a los viejos, ni la sociedad británica ni ninguna sociedad occidental. De hecho, a ningún grupo humano que no pueda desenvolverse por sí mismo. Un grupo de magníficos actores en la llamada tercera edad y algunos justo en el momento del franqueo a esa edad dorada, todos en activo, asumen las vidas de coetáneos con vidas menos exitosas, más ordinarias y sus miserias. Las carencias pueden ser económicas, físicas, emocionales y sexuales. Todos ellos, descontentos de las alternativas ofrecidas para ellos por su país, deciden apostar el final de sus vidas a un retiro que se presume rodeado de lujo y esplendor en el Hotel Marigold de Jaipur. Configuran un abanico de respuestas variados ante la explosión de vida, en caótico desorden pero vida al fin y al cabo, con que se ven obligados a entrar en contacto. De las colisiones con el país extraño, con sus gentes, con sus compañeros de destino y consigo mismos resulta una película generosa como un río que les permite el tiempo de repensar sus vidas a ellos y a sus espectadores. Hotel Marigold ahonda en esa senda donde Lost in translation se quedó corta. Convierte el breve encuentro de un turista en tránsito con otra realidad en un viaje sin retorno.