"The world is not against you. You can try to trust a little."
Trust the man. (2005).
Elegir las películas por los actores y los libros por los títulos es el cliché de los adictos a ambos. Ver trabajar a Julianne Moore y Maggie Gyllenhaal es el principal activo de una de esas películas que tratan de arrojar luz sobre ese insondable misterio: ¿por qué esos dos están juntos? Y aunque la película no termina de responder a la cuestión para con sus personajes al final de lo que se trata es de entretener con un acercamiento a través del enredo. Y hacerlo desde una perspectiva inequívocamente neoyorkina, incluído el cliché de la visita al psiquiatra como el que visita al dentista o al oculista o las terapias grupales. Sin embargo, más que la profundidad de la relación que puede haber entre una actriz y su marido amo de casa, la de una aspirante a escritora y su novio "nini", el tema real que está por debajo es la desorientación que preside las vidas de estos treintañeros atrapados entre deseos para sus vidas más concretos y tangibles (ellas), más inasibles e indefinibles (ellos), sus inseguridades y algunos callejones sin destino que se les abren en medio de esa crisis existencial contada con poco vuelo por el hubby de Moore, Bart Freundlich, por lo que no son descartables toques autobiográficos del director en el personaje encarnado por Duchovny. Una pareja, un trabajo, son todo apuestas vitales. Sólo uno mismo sabe por qué apostó en un inicio, por qué decide o no seguir apostando. Y el desafío está en hacer frente a los requerimientos de las responsabilidades adquiridas mientras terminamos de encontrarnos, respondernos, conocernos...algo en lo que estas generaciones viene postponiendo de forma indefinida la fecha límite.