"Mais, qu´est-ce que tu crois? que tu est toi seule à prendre des
casquettes avec les mecs, hein?Tu as eu mal, j´ai eu mal.
Ça preuve qu´ont est encore vivantes."
casquettes avec les mecs, hein?Tu as eu mal, j´ai eu mal.
Ça preuve qu´ont est encore vivantes."
Laisse tes mains sur mes hanches. (2003).
Incluso las mujeres con vida social, realizadas en lo profesional e independientes como la actriz de teatro Odile Rousselet (Chantal Lauby) tienen derecho a experimentar el síndrome de nido vacío cuando su hija de dieciocho años Marie (Armelle Deutsch) decide dejar de vivir con ellas para convivir con su novio. Amigas de paso como Myriam Bardem (Rossy de Palma) o su patrulla urbana compuesta por la casada trompée Nathalie (Claude Perron, la inolvidable empleada de sex-shop de Amélie) o el alegre Miche (Thomas Derichebourg) estarán al quite para cuidarla en esa transición a la soltería a secas. Odile tiene una fantasía de sus diecisiete años, de enamorada de un feriante con la canción Tombe la neige de Adamo de fondo. Otra canción de ese cantante trasnochado da título al segundo film y último como directora de Chantal Louby, presentadora de televisión que desarrolló luego carrera de humorista y actriz. Myriam le lanza en una marquesina de autobús un sortilegio de hada para que se cumplan sus deseos tras una deprimente noche de discoteca. Aparecen al instante Idir, Rachid y Kader, tres feriantes admiradores de la actriz que las dejan en casa y las emplazan para visitar la feria. La mirada fija de Kader (el debutante Jean-Pierre Martins) y el estado de pérdida y confusión abierta a todo de Odile la empuja una y otra vez a la feria, un mundo suspendido fuera de las reglas rígidas de la urbe, de sus ensayos dirigidos por Bernard (Alain Chabat) o su réplica (Jean-Hugues Anglade) o de esos conserjes que se entrometen y juzgan constantemente su vida. Odile aprende a aceptar agradecida y humilde el presente sin más, el amor de hoy y la buena compañía.