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sábado, 25 de agosto de 2012

"You are the butter to my bread, the breath to my life"
Julie & Julia. (2009)
Aficionados a la cocina, o no, esta película puede interesar a todos aquellos que quieran ver cómo dos personas reencuentran el paso perdido de su recorrido vital. Su directora es la difunta Norah Ephron (1941-2012) que representaba la quintaesencia del mejor neoyorkino. La película se estructura en dos relatos que se van intercalando, el de Julia Child "la mujer que enseñó a América a cocina comida francesa" y la aspirante a escritora Julie Powell. Bien ella o el casting de Kathy Driscoll y Francine Maisler cayeron en la cuenta de que la complicidad gigantesca de Meryl Streep y Stanley Tucci en The Devil Wears Prada bien merecía otra oportunidad para desplegarse ante la pantalla y los convirtieron en el matrimonio de Julia y Paul Child que se trasladan a París donde él debe integrarse a su puesto de agregado cultural de la Embajada Estadounidense. Ella no desea volver a trabajar como funcionaria del gobierno pero tampoco desea ser "some frivolous wife looking for a way to kill time". Decididamente Julia Child no estaba en el killing time business. Quería dar a su vida significado, hacer algo con solidez. Julie Powell trabaja en la Oficina de apoyo a las víctimas del 11S, tiene una novela a medias que nadie quiere publicar y un grupo de amigas exitosas y blackberrieadictas que cubren también su necesidad de enemigas, si la tuviera. Su madre si no es castradora es, desde luego, una pisaverdes. Y encima su marido ha decidido que para gozar de un piso más amplio van a mudarse a Queen, los outerboroughs. De hecho la película arranca con esas dos mudanzas, Paris y Queens, 1950 y 2002. Ambas sienten que no basta con un trabajo alimenticio y ser amas de casa. Ambas cuentan con el apoyo incondicional de sus maridos (Tucci y Chris Messina), ambos buena gente que las quieren bien. La cocina les sirve a ambas para centrar su vida y reencontrar la alegría, los buenos amigos como Avis De Voto (Deborah Rush) en Julia o Sarah en Julie (Mary Lynn Rajskub) y el disfrute del presente que nunca debieron perder. Y para dejar su aportación en el mundo, aspiración legítima de cualquier vida humana. Se agradece además el retrato del hogar cotidiano, Si bien el Paris de los cincuenta es algo edulcorado al estilo Amélie, el reflejo de un domicilio de treintañeros del año 2002 tiene ese aire desordenado de casa real, sin relación con las casas de revista, que se echa mucho de menos en el cine que presume de ser contemporáneo. El lujo austero de las cocinas de Child contra la modestia de la cocina de Julie pero la misma pasión por alcanzar un objetivo personal. Buen ejemplo de la capacidad inspiradora de aquellos a quienes admiramos para animarnos en nuestra propia superación.

jueves, 16 de agosto de 2012

"This is the first time i´ve eliminated having future with a man,
before even we´ve had the chance to have had a past."


Down with love. (2003).
Uno contempla una comedia romántica con un empaquetado que recrea de forma tan correcta el Nueva York imaginario de 1962 y siente la constante tentación de desechar un producto de consumo que ha sido diseñado para gustar de forma tan alevosa. Peyton Reed empleó con esmero los recursos de su pasado publicista al servicio de la resurrección de la comedia basada en la guerra de sexos que hizo famosa a la pareja Doris Day& Rock Hudson desde su primer en cuentro en Pillow Talk (1959). Tomó de ellas cosas tan literales como el uso del lettering en un travelling que explicase la constancia del romance entre esos dos sexos en presunto enfrentamiento. Aunque el argumento guarda un parecido aún mayor con el de Sex and the single girl (1964) dirigida por Richard Quine de la que podría ser un inconfesado remake. De la época tomó la moda, el diseño de interior, la estética pin- up. Añadió sexo a esas discusiones sobre amor sí, amor no. Y escogió dos actores que no están en la liga de los guapos sino que participan en la banda más ancha de los atractivos, aquellos con gracia y humor suficiente como para resultar siempre sexy.
Y consiguió crear situaciones hilarantes. Renée Zellweger e Ewan McGregor tienen química pero no hubieran conseguido llevar la trama adelante sin esos impagables Sarah Paulson y David Hyde Pierce (inolvidable Nils en la serie televisiva Frasier). Asentada sobre esos cuatro pilares, la historia de cómo Bárbara Novak, la autora del best-seller Down with love capaz de emancipar de la dependencia afectiva a todas las mujeres del planeta, consigue ganar en su mismo terreno de juego al playboy Catcher Block fluye con facilidad hasta el desenlace. Ese tramo final incluye un último tirabuzón con alguna torpeza (el inmenso diálogo explicativo totalmente innecesario para espectadores mínimamente inteligentes que resume todo el film que la pobre Zellweger tuvo que memorizar) y bastantes explicaciones sobre el inconsciente que dirige toda la maniobra. Una mujer puede emanciparse y triunfar siempre y cuando no deje a los hombres atrás, siempre que les otorgue algún papel en ese nuevo orden mundial de éxito femenino. Sobre la pregunta de ¿por qué McGregor se mete en un proyecto como este? el propio actor respondió que veía esas comedias de Day& Hudson en matinées televisivas a los ocho años y solía fantasear gracias a ellas con Nueva York, que siempre anduvo falto de medios para jugar a playboy y he ahí el cine dándole ocasión. Reneé "Chicago" Zellweger estaba lista para saltar a la pista y bailar un twist o un "Fly me to the moon" interpretado por Astrud Gilberto. Y ambos lo pasaron bien, que al final es de lo que se trata en este tipo de cine.