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lunes, 13 de agosto de 2012

"I love you Sharon. An' it'll be your baby, so I'll love it as well."


The Snapper (1993).

En su décima película Stephen Frears eligió contar una historia de familia obrera siempre con problemas pero feliz y dar un rápido repaso a algunos invariables irlandeses como la excesiva afición a la bebida o el catolicismo acérrimo que les impedía considerar siquiera el aborto como una opción. Pero sobre todas las cosas decidió contar el amor incondicional de un padre hacia una hija. Un amor que no disminuye por cuestiones de honor o puritanismo y que pone por delante de las consideraciones del resto de la familia nuclear que es lo único que le importa (el "fuck the neighbours!" inicial vale para el resto de habitantes). He ahí un hombre que no confunde sus prioridades y hace honor a los suyos. Y la película se disfruta sobre todo por ese careo entre Colm Meaney, experto en robar protagonismo a cualquier vedette o galán con el que coincida en reparto, pregunten sino al Hugh Grant de The Englishman Who Went up a Hill but Came Down a Mountain, al que da la réplica perfectamente Tina Kellegher. La frase que inicia esta entrada ilustra esa incondicionalidad y se puede encontrar también en el héroe escocés Rob Roy creado por Walter Scott y encarnado por Liam Neeson. Sharon quiere hacer prevalecer dos derechos-libertades: la de tener su bebé, la de no revelar la identidad del padre por mucha presión social (que la tendrá) que sufra.
Está bien que se pueda hacer comedia de lo que en la realidad de muchos países y familias se hace drama y encontrar, al menos en la pantalla, tanto respecto por la decisión de la mujer sobre su propia concepción.