Everything is illuminated ...from the past
Everything Is Illuminated. (2005.)
¿Qué pasa con los girasoles? ¿A qué viene esa tendencia a encubrir la muerte o presagiarla? Girasoles lucían en la primavera de Barikino antes de la traición que llevó a Zhivago lejos de todos aquellos a quienes amaba. Los girasoles era el título de la película que hizo llorar a tantas mujeres en los sesenta identificadas con esa Penélope italiana interpretada por Sofía Loren que espera un marido movilizado a la guerra en Rusia para no volver. Girasoles rodean la casa que preserva el secreto de tanta muerte judía a manos de los alemanes pero consentida por un antisemita pueblo ucraniano. Moraleja: girasoles al fuego y quedarse con las pipas...Everything Is Illuminated es un producto fílmico perteneciente a ese corpus inmenso generado por el deseo de perpetuación en la memoria de las gentes de la ignominia alemana y algo más que alemana cometida contra los judíos en la segunda guerra mundial. Porque no bastaba con fundar un estado, situarse en el mapa en el lugar histórico de origen, reclamar reparaciones, devolver el golpe, debía además crearse un imaginario abundante que difundiese todo ese sufrimiento. Realmente hay mucho que aprender del pueblo judío como notario del pasado. Pero dentro de la variante fílmica de ese imaginario se distinguen dos espíritus: el realista, más revanchista y literal y otro corpus que intenta además expresar el agradecimiento hacia aquellos que hicieron lo correcto. Lo cuál, sin duda, dice mucho y bien sobre la nobleza de esa memoria. Y a ese segundo corpus pertenece este film. Un nieto de judío ucraniano, Jonathan, emprende la búsqueda de Augustine, de quien sólo sabe que ayudó a su abuelo a escapar hacia América. Conserva la foto de ambos sobre un campo de trigo y un medallón de ámbar con un saltamontes petrificado en su interior. Contacta con una touroperadora de Odesa especializada en guiar a turistas norteamericanos judíos a los camposantos de sus parientes muertos regentada aún por un anciano jubilado y su nieto que junto con una perra demenciada sacada de la perrera acompañarán al joven Jonathan en su búsqueda. Esta película se construye en base a espejos, dos coleccionistas, dos muertos para que hubiera dos vivos, un anillo enterrado para asegurar una existencia. No paramos de oír que lo único que tenemos es el presente, que ni pasado ni futuro existen pero es muchas veces el acceso a la información de esos dos mundos inasibles (pasado y futuro) lo que dota de sentido nuestro presente, lo que ofrece la lectura reveladora que completa la historia y la hace comprensible para nosotros. Elijah Wood no podría inspirar más ternura y convocar en los otros más deseo de protección desde la contención interpretativa. Pero lo que sobresale de este film, aparte de la banda sonora digna de un Kusturica, es el respeto por el otro y sus motivaciones de los protagonistas, los supervivientes y los descendientes. No es pequeña enseñanza.
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