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domingo, 26 de agosto de 2012

"Dès ce 15 de avril, je me console en parlant d´elle."


La camarera del Titanic. (1997).
Las coproducciones europeas como ésta (franco-italo-española) han sido siempre el mejor exponente de la capacidad no explotada de las naciones del viejo continente para trabajar en una misma dirección. Una novela escrita por el francés Didier Decoin - La femme de chambre du Titanic (Seuil, 1991-da origen a esta película con director (Bigas Luna), música (Alberto Iglesias) y una intérprete españolas (Aitana Sánchez Gijón en el rol protagonista de Marie, la camarera), y los coprotagonistas franceses Horty (Olivier Martinez) y Zoë (Romane Bohringer). Amén de algunos secundarios italianos como el actor y empresario Zeppe (Aldo Maccione). Horty trabaja en una fundición de Feuillange (Lorraine) donde gana por tercer año una carrera de sacos de carbón mojados y es premiado con una semana en Southampton para ver partir al Titanic. Una mujer se presenta en la habitación del hotel so pretexto de que no quedan habitaciones libres en la ciudad y necesita un lugar para dormir pues al día siguiente parte como camarera en el famoso trasatlántico. Horty le ofrece compartir la habitación, compartirán además la cama y al día siguiente la ve fugazmente subir al barco y cómo un fotógrafo al minuto consigue de ella una instantánea que luego él le adquiere. La foto y la fascinación por ella son su equipaje de vuelta a la dura realidad de la fábrica. Empieza relatando la verdad a sus compañeros que, insatisfechos con la realidad de la historia, le empujan a una fabulación cada vez más elaborada de su encuentro con esa mujer bella de la que casi no sabe nada. La tragedia del Titanic aumenta el morbo de sus espectadores. Mientras, su mujer Zoë pasa por el tormento de sospecharse engañada. En un segundo giro de la trama aparece un empresario de teatro llamado Zeppe que le ofrece convertir su relato en espectáculo y Zoë, celosa pragmática, acepta esa ocasión de salir del agujero de penuria en el que viven. Horty no sospecha que un tercer giro de la historia le obligará a confrontar la vida soñada con la real. Pero sí sabe ya, como lo saben todos aquellos que le escuchan, que la imaginación para los que no tienen nada depara mayores alegrías de las que reserva la vida. Que la mujer real no será nunca como la mujer de ensueño. Que el amor, aunque sea un amor no vivido, posee en sí una capacidad de transformación personal a la que es imposible resistirse.