Mostrando entradas con la etiqueta Deborah Harry. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Deborah Harry. Mostrar todas las entradas

sábado, 1 de septiembre de 2012

"Some of us can´t live the kind of live
that other people want us to live."


My life without me. (2003)
Si uno lee la sinopsis al uso o escucha recomendaciones puede tardar en llegar a esta película porque no es atractivo asistir al desencadenamiento de un final predecible (muerte) y más de una persona joven con niños cuyo crecimiento no podrá acompañar. Superada la reticencia uno descubre en ella varios mensajes. Uno, que hay gente con la generosidad y fortaleza suficientes como para no afrontar el final con dramas innecesarios, de ocultar a los demás su dolor para ponerlos a salvo del sufrimiento inútil y de aprovechar pragmáticamente hasta el último segundo para despedirse bien, cerrando sus asuntos pendientes. Y dos, que la vida se estructura sobre el deseo y es generosa con aquellos que siguen deseando. Ann (Sarah Polley, en su primer colaboración con Coixet seguida de La vida secreta de las palabras) tiene en realidad una vida en apariencia pequeña. Tiene veintitrés años, está casada con Don (Scott Speedman), su primer novio con el que tuvo una hija a los 17, otra a los 19, con frecuencia desempleado pero que la ayuda mucho con las niñas. Vive en Vancouver, en un remolque en el terreno junto a la casa de su madre (interpretada magníficamente por la cantante de Blondie, Deborah Harry) que está cabreada con el mundo en general y se consuela con dramas de Joan Crawford. Trabaja de noche de limpiadora en la universidad donde tiene una amiga mayor que ella, Laurie (Amanda Plummer, la deliciosa atracadora de Pulp Fiction e hija del famoso Christopher). Tiene un padre que lleva diez años en la cárcel (Alfred Molina, haciendo buena la máxima de que no hay papel menor). Y eso es todo. Le dan tres meses de vida y hace una lista de cosas por hacer y la sigue a rajatabla. Entre ellas tener relaciones con un hombre distinto a su marido y encontrar para éste una sustituta que haga de madrastra para las niñas. Y justo la vida le pone delante a un hombre que se enamora de ella al instante, el agrimensor Lee (espléndido y tierno Mark Ruffalo) y una vecina, tocaya suya, que acaba de mudarse y con la que las niñas congenian al instante (Leonor Wattling). Con esto y la complicidad de su desvalido médico (Julian Richings) y el salón regentado por María de Medeiros, Ann va a ir completando su lista y viviendo por fin con intensidad sus últimos días. Nunca es tarde para comprender que la vida es maravillosa y disfrutarlo.