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martes, 21 de agosto de 2012

" - No one lives forever. - Frank Sinatra give it a shot.- You do."


Heist. (2001).
Los personajes interpretados por Gene Hackman, Delroy Lindo y Ricky Jay con la ayuda de la mujer de Hackman (Rebecca Pidgeon) atracan una gran joyería y el jefe (Hackman) es fichado por una cámara de seguridad que no alcanzan a inutilizar en su huída. El hombre con el que están asociados y para el que roban (Danny de Vito) utiliza esa circunstancia para convertir ese último golpe en el penúltimo y obligarle a hacer un último asalto antes de retirarse. Deben robar el oro con destino a un banco suizo. Ese pie forzado carga de desconfianza la sociedad, De Vito impone además a la banda la inclusión de su sobrino para supervisar ese último golpe. La trama se ennegrece a medida que las traiciones parecen ir acumulándose y el juego de lealtades cambie constantemente de signo. Hackman no solo es un MacGyver sexagenario al que parece no escapársele el dominio de ningún oficio, es además un hombre templado que parece tener siempre un plan a mano por si falla el plan de repuesto. Sabe que debería retirarse a tiempo pero no quiere hacerlo con las manos vacías así que está obligado a bailar en el alambre que le tiende un De Vito que se resite a dejar escapar a un ladrón tan cualificado. Este guión de caja china se desenvuelve con una rara y consistente eficacia. La filmografía de Mamet tiene tantos matices como ocupaciones dentro del oficio de narrar su vida laboral. Y ese oficio de contar lo domina con una sobria elegancia que ha puesto en muchas ocasiones al servicio de su esposa Rebecca Pidgeon en cinco ocasiones. Y en esta película de hombres y violencia la actriz se desliza sin desdibujarse entre ellos con idéntica elegancia y un atractivo genuínamente cerebral que devuelve al género el tipo de personajes interpretados por Bacall que el cine posterior sustituyó por rubias oxigenadas estúpidas y chillonas. El guión negro no se resiente por ello sino que gana un personaje más.