"You want to wake up, to free yourself of
the image of Europa, but it is not possible"
Europa. (1991).
Hubo un Lars von Trier antes de Dogma 95 y de Rompiendo las olas (1996). Lars creció entre cinéfilos filmando amigos en super-8 y tras graduarse con su ópera prima El elemento del crimen (1984) recibió un premio técnico en Cannes. Añadió el "von" a su apellido por admiración a Stroheim y a Sternberg. A Trier le gustaba y le gusta organizar sus ideas en trilogías y completó la trilogía dedicada a Europa con Epidemic (1988) y finalmente Europa (Zentropa, 1991). El raccord de la película viene señalado por una voz de narrador en off al modo de un apuntador de teatro pero con la autoridad de un hipnotizador reservada a actores como Max von Sydow. El comienzo homenajea el principio de Berlín, sinfonía de una ciudad de Walter Ruttman (1927). Y muchas de las opciones estilísticas que emplea como la sobreexposición, el collage y la proyección trasera que estaban en películas de vanguardia de los años veinte como Amanecer, Entr´acte. Les añade la combinación dramática del blanco y negro con elementos en color luego explotada por Pleasantville (1998). La película cuenta cómo un descendiente alemán, Leopol Kessler (Jean-Marc Barr) regresa a Alemania en 1945 tras crecer en Estados Unidos. Su tío (Udo Kier) le ha conseguido un trabajo como revisor de coche-cama. Un encuentro en su primer viaje con la hija del dueño de la compañía Zentropa (Ernst-Hugo Järegård), Katharina Hartmann (Barbara Sukowa) determina el resto de su suerte. Es un ingenuo aliado en la boca del lobo de los supervivientes nazis entre los que aún actúa un grupúsculo partisano, los Werewolf. Su existencia insignificante se torna estratégica. Empieza a navegar entre tiburones a ojos vendados llevado por su caridad, su buena disposición y el amor. Está en un mundo que ha sobrevivido a la guerra sacrificando sus principios morales, donde el orgullo nacional y el resentimiento priman sobre todo lo demás. Es inevitable recordar al Joseph Cotten de El tercer hombre. Cuando uno se aproxima a un campo de juego, sobre todo si es en calidad de visitante, ha de asegurarse de conocer las reglas o la ausencia de ellas antes siquiera de plantearse jugar. No será la primera vez que el director danés aborde el tema de la destrucción de la inocencia, de cómo este mundo arrasa a aquellas personas que concentran en sí demasiada bondad. El recorrido a través de esa noche larga de pesadilla en la Europa doliente alcanza un tipo de belleza que el cine añoraba.