Mostrando entradas con la etiqueta Rachel Weisz. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Rachel Weisz. Mostrar todas las entradas

domingo, 10 de marzo de 2013

"Sometimes we depend on other people as a mirror,
to define us, and tell us who we are, and each reflection
makes me like myself a little more"




My blueberry nights (2007)

Hay amores de invierno, que alientan esas horas frías antes de la llegada de otro día. Wong Kar-Wai había demostrado en sus películas más visibles en occidente, In the mood for love (2000) y 2046 (2004) que estaba hecho para el retrato del desamor. Y que ese desamor que, por costumbre, suele ser una ventana anecdótica, en elipsis, un elemento del argumento sobre el que pasar de puntillas hacia otras vivencias más activas, asertivas...él podía convertirlo en una ventana inacabable, en una vivencia glamourosa, disfrutable e incluso deseable. Que ese desamor formaba parte del amor con la misma legitimidad que el primer flechazo, el frenesí primero, la fiebre inicial, el vértigo, la pasión, la idealización o ese "todo puede ser posible" del despertar de una pasión. En ese final también todo puede ser posible, en la medida que es solo el anuncio de un nuevo comienzo en una cadena inacabable de ejercicio amoroso que acompaña al ejercicio vital.  Demostró que no sólo se podía sufrir con estilo, con elegancia, sino que ese sufrimiento era el mejor caldo de cultivo de un goce posterior. Para ello vistió de lujo a sus protagonistas, los arropó con el vals Yumeji´s Theme de Shigeru Umebayashi al que aún se hace con armónica un leve homenaje en esta cinta porque es el tipo de música capaz de volver loco y poseer al melómano más despistado. Sino pregúntenle a Susy López cuando la eligió para una pieza en video.
Este Wong Kar-Wai mainstream, occidental, se esperó con mucha expectación, tal vez demasiada. Muchos habrían esperado más ambición aunque los retos que plantea la cinta no son pocos. Y el regalo que supone para cada uno de los excelentes actores convocados por Avy Kaufman es notorio. Jude Law dando vida al timorato Jeremy, náufrago de Manchester reconvertido en gerente de un café y repostero de deliciosas tartas, tuvo la ocasión de encarnar al perfecto y paciente hombre romántico, protector y sanador de desamores ajenos. Norah Jones, la gran protagonista, dió vida a una Elizabeth que no se escatima a sí misma ni uno solo de los peldaños de ese desengaño amoroso pasando por todos los estadios de enfado, negación, autoengaño, terapia de choque con la más cruda verdad e incluso viaje sin itinerario marcado para poner tierra por medio y facilitar al olvido su trabajo. En ese viaje a los infiernos que comienza comiendo esas tartas de arándanos que nadie quiere en el Kyutcha Caffe (en la realidad Palacinka Caffé en el Soho) descubre no sólo la naturaleza de su propio desamor sino también de la tristeza que arrastran otros por sus fracasos sentimentales. Especialmente aleccionador para ella será asistir al drama entre Sue Lynne (magnífica Rachel Weisz) y  su marido Arnie Copeland al que da vida David Strathairn, un actor con la virtud de trabajar mucho y bien y de permanecer tan desapercibido como imprescindible.
La amistad con la tahúr Leslie devuelve finalmente a Lizzie a su camino como Elizabeth, al punto de no retorno en que su vida comenzó a cambiar y crecer y al amor de ese Jeremy que ha estado leyendo sus crónicas en postales y reservando puesto en su barra para ella. Las imágenes de ese helado derritiéndose y mezclándose entre los grumos de esa tarta de arándanos son la metáfora de Jeremy entrando en el alma azul de Elizabeth, azul como la ficha de 90 días sin beber que sostenía pírricamente orgulloso el desecho humano de Arnie para aprendizaje de Lizzie. Tal vez sea en amor el único terreno en que sí escarmentamos por cabeza ajena, si podemos disponer del tiempo de poner todas nuestras fichas en orden como hacen los protagonistas de esta deliciosa película.

Ver: http://www.filomusica.com/filo63/mood.html