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domingo, 9 de junio de 2013

- Maybe we could just skulk around here for a bit and then go back down.
- That´s a thought. I don´t usually skulk but i suppose i could skulk if skulking 
were required. Do you skulk regularly?
- No, no, I don´t normally think of myself as a skulker but...

 








 Four weddings and a funeral (1994)

Esta película dirigida por Mike Newell con guión de Richard Curtis contiene muchos rasgos que han tenido continuidad desde la década de los 90 hasta hoy. Es una producción significativa de Working Title. Explota todos los clichés del británico sin avergonzarse de ello, echa mano de los humoristas de la casa, el caso de Mr. Bean, Rowan Atkinson (Father Gerald), de sus aristocráticos cómicos, como Hugh Grant (Charles) o Kristin Scott Thomas (Fiona) y de un préstamo o guiño de complicidad con los americanos en la figura de la glamourosa Carrie (Andie McDowell). El film coloca a la soltería impenitente bajo el foco protagonista en tensión con esa sociedad que cada fin de semana parece tener una boda que celebrar, y lo hace a través de ese grupo de amigos, último bastión de resistencia a la normatividad generacional. El grupo lo completa la hermana de Charles, Scarlett (Charlotte Coleman, escapada de un videoclip de Fairground Attraction), el hermano sordo de Charles, David (David Bower), el hermano de Fiona, Tom (James Fleet) y la pareja conformada por Gareth (Simon Callow) y Matthew (John Hannah). La película los presenta a todos como unos asistentes profesionales de bodas, las carreras antes de la ceremonia de Charles y Scarlett y sus transformaciones en frente del templo son gags repetidos y celebrados, los bailes contorsionistas del histriónico Gareth, las meteduras de pata de Tom y también de Charles (véase anillos de la primera boda), la promiscuidad e indiscrección de este último que le lleva al infierno de la mesa de las ex-novias, el anciano compañero de mesa sordo e iracundo (Kenneth Griffith), el cura primerizo, la dama de honor ninfómana (Sophie Thompson, sí la hermana de Emma),  las revelaciones insospechadas, ninguna comedia puede funcionar sin su porción de drama. El prototipo masculino que encarna Grant es también epocal, fóbico al compromiso, inmaduro, Peter Pan eterno y terriblemente torpe con los tiempos incluso tras haber identificado eso que todos ellos buscan y reconocen cuando se sinceran y que los hace en el fondo terriblemente románticos: el verdadero amor. Mientras aparece, procuran pasarlo bien, pero el hecho de que aún conserven ese ideal hace de esta comedia un producto entrañable y difícilmente reproducible. Más allá de las pamelas de Carrie o del Love is all around del one hit wonder Wet, wet, wet o de los intentos de emulación de Cuando Harry encontró a Sally del recuento de amantes de Carrie (menos que Madonna pero más que Ladi Di) la película mantiene su vigencia por los muchos momentos de hilaridad que contiene, por sacar partido del tipismo en beneficio de esa comicidad y por el ritmo tan suave y ágil que hace que, partiendo de unos escenarios a priori reiterativos, resulte en cambio un amable paseo festivo.







domingo, 31 de marzo de 2013

- "I´ve never been to Aden or Abisinia or Sébastopol. Besides, i cannot talk 
with posh accent flaw. I´m just a maid, sir".
- I don´t think the word "just" would apply with you about anything.

The Englishman Who Went Up a hill But Came down a mountain (1995).
 Toda pequeña región del mundo debería tener su cine que cartografiase la vida de sus gentes para preservarla del olvido. Y lo haría con la misma forma de literatura que son los mapas, la "ropa interior" de un país que conforma a éste en definición de Morgan the Goat (el siempre soberbio Colm Meaney) que regenta la taberna y posada. Dos excombatientes británicos trabajando en 1917 para la Royal Society estableciendo medidas del territorio llegan a un pueblo que tiene a honor albergar la primera montaña de Gales. Uno de ellos está en su jubilación, George Garrad (Ian McNeice) y otro fue gravemente herido al comienzo de la guerra, Reginald Anson (Hugh Grant). Cuando determinan que la montaña mide 328 metros respecto a la cifra de corte de 333 por debajo de la cuál un promontorio es colina y no montaña al pueblo se le viene todo abajo. Han perdido hombres por la guerra y las minas pero no están dispuestos a perder su identidad. La película es un canto pues a la capacidad de cambio que posee la voluntad colectiva cuando trabaja al unísono en una dirección. Las escenas de traslado de tierra no extrañaría que estuvieran en la mente de Danny Boyle cuando imaginó la ceremonia inaugural de los JJ.OO. de Londres en 2012. La película la firma Christopher Monger que es principalmente guionista y que comparte la autoría de éste con su hermano Ivor. Pero sobre todo es de esas comedias deliciosas, sanas, que traen ecos de esa idílica visión de Innisfree, del mundo rural tal y como lo concibió John Ford para The Quiet Man. Que nos traen también accentos diferentes de lenguas locales dentro de las Islas británicas. El duelo entre el tabernero y el Reverendo Jones (Kenneth Griffith) está a la altura de las trifulcas de Fernandel y Pepone.
Es una delicia además observar la química entre la pizpireta Tara Fitzgerald y Grant que también tuvo con su compañero de reparto, un año más tarde, Ewan McGregor. Tara Fitzgerald se ha prodigado menos en cine que en televisión, cuya última aparición es en Juego de Tronos. Suya es, en gran parte, la responsabilidad de hacer de este film uno de esos títulos inolvidables que su historia en apariencia humilde pudiera no ambicionar.