miércoles, 27 de agosto de 2014

Her (2013)

- We are only here briefly, and in this moment i want to allow myself joy.

Her es una cinta dirigida por Spike Jonze, estrenada en 2013, que relata como un redactor de cartas privadas de otros, Theodore (Joaquim Phoenix), transita el duelo por la ruptura con su esposa Catherine (Rooney Mara) gracias a la compañía y las conversaciones con su sistema inteligente "Samantha" al que presta su voz Scarlett Johansson. Esa trama de superación masculina de una decepción amorosa en un tiempo delimitado evoca inevitablemente, y no sólo por el parecido físico de Rooney Mara con Zoey Deschanel ni por la profesión de ambos protagonistas, a la cinta 500 días juntos (2009). Solo que esta vez no se trata de un flash back de recuerdos luminosos sino de una dolorosa continuación hacia delante, con su grisura lastimosa, con la implacable e inexorable sucesión de días sin mucho propósito. El futuro indefinido en el que se sitúa la acción esta sugerido por extrañezas de vestuario a lo cincuenta retrofuturista y por la presencia de una luminosidad blanca que matiza de forma perenne la fotografía. Hay homenajes claros a películas de solitarios en la gran ciudad, en ese sentido la visita a la playa de Theodore recuerda el día de asueto de los protagonisas de Lonesome (1928) de Paul Fejos. Y la forma intencionadamente humana y melancólica en que se enfoca esa visión futurista recuerda otras propuestas más enrevesadas como la de Nivel 13 (1999). 
La gran novedad y la gran intriga de este guión del propio director (Spike Jonze, personaje de desconcertante trayectoria entre los videos musicales, Jackass y la alambicada Being John Malkovich) es la existencia de un sistema operativo de acompañamiento para el que ejerce un trabajo actoral impecable con su voz plena de matices una sensual, ocurrente, simpática y sensible Scarlet Johansson. A pesar de la omnipresencia del rostro de Joaquim Phoenix, sin cuyo peso específico como intérprete un proyecto así sería inviable, resulta creíble la relación romántica que se va estableciendo entre Samantha y Theodore. E incluso más enriquecedora que otras relaciones puntuales con chicas reales como la treintanera desesperada Amelia (Olivia Wilde), o amantes por chat como Sexy Kitten (Kristen Wiig) o la suplente sexual Isabella (Portia Doubleday).  En medio de todas experiencias la soledad de Theodore se ve tan sólo comprendida por otra amiga que entabla también relación con otro sistema operativo, Amy (Amy Adams). Como cualquier relación amorosa, la de Theodore y Samantha llega en un determinado momento al punto crítico en que cierto grado de compromiso debe alcanzarse para llegar a algun grado de plenitud. Y es ahí donde la existencia de esos sistemas operativos, su necesidad, o los entes que están detrás de su desarrollo y puesta a disposición de los ciudadanos se adueña de lo que hasta ese momento había sido una comedia romántica al uso. El futuro propuesto por esta ficción, a pesar de su envoltorio agradable, no alcanza a ocultar las carencias afectivas que la invasión tecnológica en todos los aspectos de la vida puede reportar.
Snowpiercer (2013)
 


"When was the last time you were alone? You can't remember, can you?
 So please do. Take your time."

Tras un experimento fallido para detener el calentamiento global la tierra se congeló aniquilando toda forma de vida. Sobrevivieron tan solo los ocupantes de un tren muy especial con trazado global ingeniado por un individuo superdotado y fanático de los trenes llamado Wilford (Ed Harris). En dicho tren las divisiones de primera clase, turista y polizontes determinaron una nueva estratificación social ordenada de la cabeza a la cola. Los intentos de rebelión periódicos de los supervivientes de cola son sofocados por Mason (Tilda Swinton, en versión envejecida como The Grand Hotel Budapest, pero aquí tendente a la fealdad) y los secuaces de Wilford. Una nueva intentona comandada por Curtis (Chris Evans, que esconde tras la suciedad, el gorro y la barba el rostro ya identificado con El Capitán América) y su secuaz Edgar (Jamie Bell, inolvidable Billy Elliot que ha conseguido el tránsito actoral a la madurez en multitud de pequeños papeles de gran calidad) y alentada por el veterano Gilliam (John Hurt, a cuyo tardío éxito filmográfico han contribuido a partes iguales Lars von Trier y la saga Harry Potter) ambiciona alcanzar la cabeza de la máquina y terminar con el estado de injusticia imperante. En su camino hacia la cabeza deberán emplear los buenos oficios de un preso - antiguo diseñador de la seguridad del convoy-  Nangoon Minsoo (Kang-ho Song) y su hija Yona (Ah-sung Ko), ambos adictos al Kronol (un residuo industrial inflamable). Por el camino tendrán ocasión de contemplar la alta calidad de vida del resto de los pasajeros, el adoctrinamiento al que son sometidos los "niños del tren" privilegiados y de poner en solfa sus propias convicciones. Los relatos que hablan de una humanidad al extremo con frecuencia exacerban las mismas características de la humanidad desde la que se elaboran. En este caso la rígida estratificación social, que pese a los mensajes equívocos que los jóvenes reciben en su desarrollo y el refinamiento de métodos desarrollado de la Edad Media a nuestros días, sigue determinando como una gran máquina el orden mundial.
Este film del coreano John Ho-Bong, basado en una novela gráfica francesa de 1982 titulada "Le Transperceneige", ha sido comparado con Blade Runner y Matrix, si bien carece de la profunda melancolía de la primera y tampoco aspira al despliegue de efectos y artes marciales de la segunda. Es una película de acción no exenta de ingenuidades y superficialidades que comparte con otras muchas una visión distópica del futuro derivada de la degeneración moral de la presente sociedad.








domingo, 20 de julio de 2014

The rise of the planet of the Apes (El Origen del Planeta de los Simios, 2011)


"- I swear, you know everything about the human brain except the way it works."

El Origen del Planeta de los Simios narra desde la perspectiva y mirada de un simio su captura, su empleo en la experimentación de un nuevo fármaco- el ALZ 112- que busca curar el alzheimer en humanos y los desastres que desata esa experimentación animal. El cliente comercial, Steven Jacobs (David Oyelowo), ordena eliminar a los simios de la primera fase experimental pero la piedad de un guarda, Robert Franklin (Tyler Labin) pone en manos del científico Rodman la tarea de educar en casa al hijo de Bright Eyes, Caesar, que habiendo recibido vía materna el efecto de la droga experimenta un desarrollo neuronal espectacular. La droga, por contra, tenía ciertos efectos transitorios de mejora en su versión inicial pero resultaba fatal y viral para los humanos en su versión de desarrollo acelerado. La aparición de la zoóloga Caroline Aranha (Freida Pinto, Slumdog Millionaire) proporciona a Caesar unas oportunas escapadas a Redwoods, bosque a las afueras de San Francisco. Pero la defensa del padre de Will, Charles (John Lithgow), víctima del alzheimer, contra un vecino piloto y algo neurótico, pone a Caesar a recaudo de una institución de control animal y le procura el encontronazo con los elementos más conflictivos de su especie.
La advertencia contra la genética no es algo original de esta cinta dirigida por Rupert Wyatt, estaba también en The Island de Michael Bay (2005), por poner solo un ejemplo y no el mejor, referida a humanos. La figura del científico loco, en este caso Will Rodham (James Franco) tiene honda raigambre en la cinematografía. Y el subterfugio de una sustancia aplicada como una picadura que desata superpoderes permite ver a Caesar (Andy Serkis, el Smèagol de The Lord of the Rings) como un Spiderman a la inversa.
Por no hablar del orgullo mutante que nos llevaría hacia otra saga, la de los X-Men. La película hace reflexionar sobre las elecciones que se presentan, ser cabeza de ratón o cola de león, la importancia de sentirse reconocido dentro de un grupo afín, de sentirse comprendido y aceptado que es lo que la mayoría entendemos como "estar en casa". Y la solidaridad de grupo que es un concepto que cada vez es menos común entre los humanos. Es decir, que tu emancipación comprenda también la emancipación de tus iguales, todo el género humano.