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domingo, 19 de mayo de 2013

- It will begin soon enough...the wondering [..]Is he well? Is he in love? Is she beautiful?
- He is in love, she is beautiful.Oh, i´ll never leave you!



 Stazione Termini (1953)
Vittorio de Sica aceptó el encargo de David O´Selznick para proporcionar lucimiento dentro del neorrealismo italiano a su esposa Jennifer Jones y otro actor del star system, Montgomery Clift, con un argumento de Cezare Zavattini en el que parece que metió mano en los diálogos Truman Capote. Para una voluntad de crudeza y un proyecto que no había de pertenecer del todo a ninguno de los dos bandos una estación fascista pareció el lugar adecuado por el que hacer circular sin adornos a todas las capas de la sociedad italiana que acompañan el tormento de los dos protagonistas. El motivo no puede ser más simple: cómo una ama de casa de Philadelphia, Mary Forbes (Jones) liquida su aventura con un profesor universitario italiano de madre americana Giovanni Doria (Clift). Y aunque la debilidad del personaje femenino le había impedido despedirse en persona y culminar el envío de una nota explicatoria se ve impelido a proporcionar un adiós digno de tal nombre en el tiempo que dura su espera del tren a París, justo la hora y media que dura el film de Sica cumpliéndose así una rigurosa unidad de tiempo en la acción. Ese adiós es estorbado por el sobrino de Mary, Paul Beymer (Richard Beymer), que forma parte de esa familia romana a la que ha estado supuestamente visitando un largo mes. Pero sobre todo sirve para que la protagonista calibre las consecuencias de su romance con Giovanni, no sólo desde el punto de vista egoísta de la inacabable pena que le quedará por haber sacrificado a sus deberes de esposa y madre su felicidad sentimental personal sino también en un punto contrario al mito del italiano seductor de quita y pon. Ese italiano que no tiene por qué corresponderse con el amattore profesional ávido de turistas extranjeras a las que entretener y con las que aprovecharse sino que puede ser una persona honorable con una vida ordenada que ofrezca con toda seriedad cuanto posee pues estima que es lo que debe hacerse cuando uno ha encontrado a quien amar. O´Selznick no quedó muy contento de las implicaciones morales que se derivaban de la realización italiana y corte aquí, corte allá, fabricó otra versión de una hora de duración con el título de Indiscretion of an american wife que se estrenó en Estados Unidos con dos canciones que le servían de preámbulo y completaban la duración exigida por la distribuidora. De título parecido es el remake Indiscretion of An American Housewife de 1998. En toda la tormenta emocional a la que se asiste en el film de Sica, que en sus primeros planos obsesivos de besos, con el flu, pómulo contra pómulo y en la exhibición cruda y retorcida del sufrimiento emocional roza lo pornográfico interviene una especie de juez salomónico en la persona del comisario de policía de la estación (Gino Cervi). En medio de toda la debilidad y vulnerabilidad de los dos amantes sorprendidos en un vagón alguien tiene que traer de vuelta el orden de las cosas. Y ahí parece que Vittorio de Sica o Zavattini quieren hacer un alegato en favor de su sociedad y de sus valores: ellos pueden ser una sociedad machista donde el único apellido que cuenta es el paterno, donde a una mujer se la carga de hijos y se la trae embarazada tres noches sin dormir desde las minas inglesas de vuelta a Italia pero cuando se trata de aplicar el peso de la ley se pondera las consecuencias que puede tener para una esposa y madre norteamericana ser denunciada en Italia, las consecuencias para la familia, que es por encima de romances pasajeros la prioridad. Una sociedad que puede admitir el error de una mujer casada siempre y cuando ésta acepte poner enmienda a ese error. Incluso a costa del sufrimiento y pérdida del único que estaba poniendo todas las fichas sobre la mesa. El amor solo se hizo para los valientes y Mary Forbes, desde luego, no se cuenta entre ellos. Se llega así al término que promete el título. Probablemente la pervivencia de este film no resida sólo en ser el canto del cisne de un amor y de la vida de O´Selznick sino en plantear una disyuntiva desasosegante que no deja al espectador espacio para el descanso en todo su metraje.