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lunes, 25 de marzo de 2013

That is one career all females have in common, wether we like it or not. 
Being a woman.
Sooner or later, whe have to work at it.
No matter how many others careers we´ve had or wanted


 












All About Eve (1950)

Joseph L. Mankiewicz escribe una historia que sirva para contar el backstage de la escena teatral, la ascensión de una nueva estrella contada en flashbacks por aquellos que contribuyeron a su introducción en el mundillo.  Una actriz, Margot Channing, que ha cumplido los cuarenta (en realidad Bette Davis tenía en ese momento 42 años) y sigue dando vida a papeles de jovencitas veinteañeras acoge bajo su protección a una admiradora Eve Harrington (Anne Baxter) que desborda humildad, abnegación, ciego fervor hasta que la jugada de convertirse sibilinamente en su understudy (actriz de reemplazo) con éxito no se ve coronada con el logro de quitarle no sólo el papel sino también a su novio, el director Bill Simpson (Gary Merrill). No contenta con eso seduce al crítico de referencia Addison DeWitt (George Sanders en estado de gracia) e intenta quitarle el marido, el dramaturgo Lloyd Richards (Hugh Marlowe) a su primera benefactora, Karen (Celeste Holm). Todo eso neutraliza DeWitt que ha visto en ella la compañera perfecta, alguien digno de ser lo que anunciaba el cartel del teatro vecino, "The devil´s disciple". Evidentemente esta es una historia de maldad, de confianza traicionada, de arribistas sin escrúpulos, de personas ya no ambiciosas sin límites sino avariciosas de éxito, de fama, de brillo. Es una historia de envidia y deshonestidad. Y cuesta creer que el auténtico talento pueda acompañar a tanta podredumbre moral o necesitar de ella para llegar a brillar. Por encima de toda esa película que gira en torno a Eve está la verdadera e incomensurable estrella de una Bette Davis en su madurez que podía bien representarse a sí misma, que en contacto con esa maldad reconoce la verdadera receta de la felicidad y un motivo más para reafirmarse en sí misma y en su grandeza de espíritu. Es también una prueba de fuerza, de estrés a la amistad entre esas dos parejas del dramaturgo, su esposa, la estrella y el director, admirable amistad a cuatro bandas donde todos y cada uno de sus miembros comparten ese afecto y lealtad en un círculo sin final.  Antes de la mitad de la película todo deja de girar en torno a Eve, personaje que solo puede provocar en cualquier persona saludable la mayor - saludable también - repulsión. Mankiewicz, por supuesto, nos ofrece la condenación de ese mal ejemplo en forma de reciprocidades kármicas.