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martes, 2 de abril de 2013

- Los sueños hay que cocinarlos con las cosas que uno tiene en la nevera.
No con las cosas extrañas que te venden en los restaurants de la guía Michelín. 
Por más estrellas que tengan, mujer. [..] Abrí la nevera, mirá,
y haya angulas o boquerones, todo puede resultar rico.



Entre vivir y soñar (2004)
Alfonso Albacete y David Menkes dirigieron y firmaron junto con Ángeles González Sinde esta tragicomedia cursi. Ana (Carmen Maura) creyó encontrar a su gran amor en el verano del 68 en la Costa del Sol con quince años (Marta Etura), un francés llamado Pierre (David Janer) pero éste se marchó precipitadamente con su familia. Y luego perdió a su gran amiga Verónica (Elena de Frutos) porque la familia de ésta se marchó también, pero a la emigración a Argentina. Dos años más tarde se casó con el vocalista de Félix y los desaparecidos pensando que o bien por esa circunstancia del rock o bien por la agencia de viajes de su padre en la que acabaría trabajando ella también tendría opción de viajar y ver mundo. Pero Félix (Manuel Manquiña) acabó siendo un pelmazo aburrido de cuidado, timorato a los aviones y alérgico a los viajes. Así que básicamente a Ana le quedó tener una hija, criarla, estudiar francés - atención al cameo de Fernando Colomo y a la narración en off de Wyoming- y dar clases de cocina francesa cultivando los sueños del amor con Pierre que no pudo ser. Son esas clases de cocina las que le dan la excusa para plantarse en París y aparte de cumplir más o menos bien con lo que se espera de ella en la academia dedica el resto de su tiempo a buscar frenéticamente a su amor platónico. En esta búsqueda le ayuda su amiga Verónica (Soledad Sylveira) aportándole el apellido de Pierre (Langlois) y el vecino de la chica que le deja el apartamento, Juan Francisco, Jean François para los amigos de Paris (Àlex Brendemühl). Es en la química entre esos dos soñadores que interpretan Maura y Brendemühl donde reside el auténtico valor de esta enrevesada historia de cómo a los cincuenta hasta el más pusilánime puede decidirse por abandonar el territorio cómodo de los sueños y decidirse a poblar su vida de realidades. Al grito de "ahora o nunca". Y además disfrutarlo. Por eso, por esos tejados de París al amanecer, por regalar a Maura un papel de ingenua realmente enternecedor, por unos cuantos momentos genuinamente hilarantes y el rescate que hace del amor de los inocentes esta película merece contemplarse con cariño e indulgencia.