jueves, 12 de septiembre de 2013

You have a freek flag. You just don´t fly it.


The family stone (2005)
 De haber sido libro no habría alcanzado el segundo visionado de esta película. Recuerdo que la impresión general que me causó es que era antipática. Que practicamente sólo había un personaje que se salvaba de la quema - y de paso reflota un poco el film- y era de Ben Stone (Luke Wilson) que vendría a ser el hermano filósofo, buenrollista y desastre del orgulloso clan de los Stone. Tras verla una segunda vez aparte de la soberbia que destila la jefa del clan Sybil (Diane Keaton) y la inoperancia de su marido Kelly (Craig T. Nelson) apabullado por la supuestamente arrolladora personalidad de su esposa uno entiende por lo que se cuenta que estamos ante una familia en crisis que soporta una tensión que llega al límite. Y la culpa no la tiene "la joya de la familia", que es como en España tirando de nuestro gracejo e idiosincrasia particular han optado los distribuidores por rebautizarla. Con esto hacen alusión (añádase aquí rotación de dedos índice y corazón) a la prometida del hijo mayor, Meredith Morton (Sarah Jessica Parker) ni al anillo de pedida, reliquia familiar que supuestamente la matriarca le debe pasar.
Everett, ese hijo perfecto, está encarnado por Dermot Mulroney, un cellista por lo visto estimable que ha tenido el buen gusto de estar casi dos décadas casado con Catherine Keener y probablemente sea un gran tipo pero que aquí demuestra ser un actor de palo de la calidad de los soportes de helados. Y que aunque hace un amago de defender a su prometida de los ataques de su agresiva y maleducada familia no deja de ser un intento algo débil e indeciso que ya nos va poniendo sobre la pista de su frío temperamento. Susannah (Elizabeth Reaser, más famosa por su pertenencia a la familia vampira de Crepúsculo y demás entregas) es la hermana madre y embarazada, la balsa de aceite que intenta poner un poco de paz y disfrutar nostálgica la Navidad lo que le dejan. Por supuesto hay un hermano homosexual que además es sordo, albricias, Thad (Tyrone Giordano) y que cómo no, va a adoptar un chico con su pareja Patrick (Brian White) con lo que se cubre de un plumazo con una buena parte de lo políticamente correcto en una familia guay de hoy en día. Y nos queda la "joyita" de la familia que es Amy (Rachel McAdams) la hermana solterona que se convierte en la viciosa perseguidora de su futura cuñada que encima tiene el detallazo de reunirla con el tipo que probablemente le conviene. En definitiva un producto de cine comercial, que permite no obstante reflexionar sobre cuánta intimidad y conocimiento comparten en realidad las familias, cuántos niveles de confianza se manejan dentro de ellas, lo difícil que es a veces ingresar en aquellas que aparentemente hacen más piña y cuán intransigente puede llegar a ser la gente que se considera más liberal. El film esconde una revelación que hace comprensible el clima de agresividad reinante que atragantaría el pavo a cualquiera. Y desde luego no tiene que ver con el futuro sentimental del insulso Everett. Y deja un enigma a resolver, la receta de un plato navideño en la familia Morton, la stratta, que Meredith prepara para la llegada de su hermana Julie (Claire Danes).


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