miércoles, 30 de enero de 2013

- I got everything by talking fast in a world that goes for talk
and end up with exactly nothing.















Fallen Angel (1945)

La principal dificultad de este film retitulado tendencionamente en España como ¿Ángel o Diablo? es averiguar cuál es el protagonista real de la historia y de ambos títulos. La distribución hispana toma el rábano por las hojas y decide que la película va de un hombre (Dana Andrews) que debe escoger entre la mujer buena (la rubia, Alice Faye) y la perversa (la morena, Linda Darnell). Esos prejuicios capilares no tienen posible implantación en suelo patrio porque convertiría al 90% de nuestras féminas en sospechosas de avieso carácter. Y porque desde los años cuarenta a este siglo XXI las asociaciones hechas por el cine negro clásico han sido ya bastante desmontadas y enriquecidas con variedades pelirrojas, castañas y color ceniza. Ajustándonos al original tenemos una muerta y tenemos una chica inocente e idealista que se tropieza con la verdad del amor y en vez de retroceder redobla su apuesta perdiendo con ello toda la beatitud anterior. Respecto a que el personaje de Dana Andrews pueda ser un ángel caído nos causa más dudas. Porque su determinación desde el comienzo es tan tortuosa, interesada, manipuladora y estratégica que cuesta creerse el lote de trayectoria vital desafortunada y justificarlo con generosidad. Su personaje, Eric Stanton, tiene buen ojo. Y aunque la partida le vaya mal sabe ver cuando se le ofrece una ocasión de recuperación y tomarla al vuelo. A Stella (Linda Darnell) le pasa como a June Mills (Alice Faye), ambas desean compañía, el anillo, el hogar pero su temple diferente las lleva a la primera a cambiar de acompañante casi cada noche en un búsqueda perpetua del sapo que se convierta en príncipe y a la otra a manejarse con una serenidad y abnegación dignas de mejor causa. Pero cada uno es dueño (o dueña, en este caso) de saber qué precisa para completar su vida, quien puede darle la mayor de las felicidades ( y de las infelicidades también) y qué está dispuesto a jugarse a cambio. Y al igual que en la vida, aquél que tiene las percepciones más realistas sobre sus verdaderas posibilidades de lograr aquello que anhela, quien tiene bien claras las probabilidades de éxito de sus ideales consigue al fin lo que quiere aunque la victoria no esté exenta de cierta carga de amargura.

martes, 22 de enero de 2013

- I´ve been living scared of myself and now i can´t runnaway anymore


The Burning Plain (2008).

La película de Guillermo Arriaga es una historia de familia en el mismo sentido en que Romeo y Julieta lo era. Los hechos de los padres tienen consecuencias en los hijos. Dos familias enfrentadas por la muerte de dos amantes, el padre y marido de una familia (Joaquin de Almeida), la madre y esposa de la otra (Kim Bassinger). Dos de los hijos respectivos que el funeral reúne se acercan por atracción y curiosidad por entender el origen de la tragedia, superan el duelo en la elaboración de un nuevo amor como ocurría en In the mood for love (2000). Y el fuego, tal y como lo entiende la principal protagonista, el personaje de la hija, Mariana (Jennifer Lawrence en la adolescencia, Charlize Theron en su versión adulta), purifica y da la clave de todo lo ocurrido. El tiempo pasado "lejos de la tierra quemada" (ese título que siempre impostan las distribuidoras cinematográficas al original) es un tiempo de purgatorio, de intento de olvido y expiación con penas autoinfringidas o decididas al azar. El tiempo del miedo.  Solo el auténtico amor, la generosidad y el perdón sin límite pueden restablecer el equilibrio roto y traer la auténtica paz. La paz del alma.